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Juan José Fernández Delgado

En el centenario de Luces de Bohemia y la actualidad del esperpento

«La risa agria y gris es la válvula de escape de los españoles de aquel ayer y de hoy ante 'los malos gobernantes'»

POR JUAN JOSÉ FERNÁNDEZ DELGADO

Es Luces de bohemia la obra más importante del teatro español del siglo XX y de lo corrido del actual por numerosas razones; también, por su extremosa y estruendosa actualidad esperpéntica. Apareció publicada por entregas, entre julio y octubre de 1920, en ... la revista España. Semanario de la vida nacional fundada por Ortega y Gasset, aunque expurgada de tres escenas por el socialista Luis Araquistáin, director que era entonces de dicho semanario, «capaz de defender la coherencia ideológica del amigo carlista convertido en admirador de la revolución rusa y, al mismo tiempo, de censurar con todo cinismo su creación teatral más trascendental», como señala José María Paz Gago, en ABC cultural, 25 de octubre de 2020. Las partes suprimidas fueron la escena segunda, donde Valle-Inclán ironiza tanto de la extrema izquierda como del timorato catolicismo español ; la sexta, en la que se desarrolla el encuentro carcelario entre Max Estrella y el anarquista catalán, y la undécima: una madre llora a su hijo muerto por un disparo incontrolado de la policía en una manifestación en Cuatro Caminos. Y, aunque se publicó íntegro este primer «esperpento» –quince escenas- en 1924, no subió a las tablas del teatro hasta 1970 de la mano de José Tamayo en Valencia y en el «Bellas Artes» de Madrid al año siguiente. Y, posiblemente, no se estrenara hasta cincuenta años después de haber sido escrita y cuarenta después de la muerte de Valle-Inclán, por problemas con la censura –Araquistáin, Arias Salgado y Fraga- hasta que, rocambolescamente, Alfredo Sánchez Bella, próximo al OPUS, dio la autorización pertinente para que se representara íntegra. Pero también obró en consecuencia para esta prolongada mudez escénica de Luces de bohemia , la consideración de «irrepresentable», la opinión de que era una obra «para ser leída antes que representada» por las enormes dificultades de montaje que presenta : diversidad de escenarios y desarrollo itinerante de la acción, animales en la escena, numerosos personajes (más de cincuenta), las acotaciones escénicas tan literarias como los mismos diálogos, pues Valle-Inclán no encontraba razón para dejar de hacer literatura en esos espacios teatrales, etc. Esta misma opinión de «irrepresentables» y de «novelas para ser leídas» les cupo en suerte a la trilogía agrupada en el título de «Comedias bárbaras»: Águila de blasón (1907), Romance de lobos (1908) y Cara de plata (1922). También a La Celestina se le había negado su carácter de obra teatral cinco siglos antes por haberse adelantado –avasallado- tan prodigiosa y descaradamente al y el desarrollo escénico de su tiempo

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