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Un secuestro con final feliz en Santa Olalla: las 21 horas de cautiverio de Federico

El joven veinteañero fue raptado cuando se dirigía a la casa de sus padres. Estuvo encerrado durante horas en un cuarto de baño de un club de alterne abandonado, sin luz ni calefacción, atado de pies y manos, y amordazado

En este club de alterne de Otero fueron detenidos dos de los presuntos implicados en el rapto ABC
Manuel Moreno

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El secuestro de Federico, un veinteañero de la localidad toledana de Santa Olalla (3.300 habitantes), era un secreto a voces en su pueblo hasta este lunes. La Guardia Civil difundió a primera hora de la mañana la minuciosa y complicada operación que tuvo que tejer para lograr que los raptores liberaran al joven en un buen estado de salud, después de 21 angustiosas horas. Los peligrosos delincuentes llegaron a exigir un primer pago de 45.000 euros, pero no lograron cobrarlo por la presión policial.

El chico, que trabaja en una fábrica de mazapán de su familia, fue raptado el 21 de noviembre sobre las 22.40. Caminaba por una calle hacia la casa de sus padres, una vistosa vivienda de dos plantas en Santa Olalla, cuando fue asaltado e introducido en un vehículo. Los secuestradores le taparon los ojos y abandonaron el pueblo a toda velocidad.

Uno de los arrestados en el club de alterne de Otero

Poco después, los delincuentes contactaron con la familia de Federico para extorsionarla: exigieron un primer pago de 45.000 euros a cambio de la libertad del joven. Los secuestradores llegaron a amenazar con matar a su rehén si se avisaba a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

La familia de Federico desoyó la intimidación y la Guardia Civil desplegó un nutrido dispositivo para liberar al rehén. No fue una labor sencilla, todo lo contrario. A Federico lo ocultaron en varios lugares, aunque el mayor tiempo de cautiverio lo pasó en un local abandonado que había sido un club de alterne. Estuvo recluido en penosas condiciones en el interior de un cuarto de baño, sin luz ni calefacción, atado de pies y manos, con los ojos vendados y amordazado.

Tres coches

A medida que pasaba el tiempo, la Guardia Civil sumaba más efectivos para liberar a Federico. El tiempo corría en su contra, ya que los delincuentes no eran unos principiantes. Con antecedentes penales por posesión de armas de fuego y tráfico de drogas, sus fechorías siempre se habían caracterizado por su extrema violencia.

El Juzgado de Instrucción número 1 de Torrijos se puso al frente de las actuaciones policiales de decenas de agentes de la Guardia Civil. A los miembros de Policía Judicial de Torrijos se unieron los de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de Toledo y el equipo de secuestros y extorsiones de la Unidad Central Operativa (UCO). También contaron con el apoyo de otras unidades especializadas en la detención de peligrosos criminales.

Sin embargo, el operativo policial se encontró con que los captores se desplazaban en tres coches adoptando medidas de seguridad: intentaban no dar pasos en falso, realizando para ello comprobaciones y vigilancias continuas. Los secuestradores de Federico no eran unos primerizos.

Agentes de la Guardia Civil en uno de las viviendas registradas

Pasó la noche, la mañana del 22 de noviembre, la tarde y llegó la noche. En todo ese tiempo, la Guardia Civil centró su búsqueda en un lugar entre Santa Olalla y la vecina localidad de El Casar de Escalona. Con las horas, logró cercar a los delincuentes, que finalmente liberaron a su rehén a las 19.30, después de 21 horas, aunque sin recibir ni un euro del pago de su rescate. Lo soltaron en la A-5 (autovía del Suroeste, antes autovía de Extremadura), que discurre por el término municipal de Santa Olalla.

Sano y salvo, aunque aturdido, Federico fue trasladado al centro de salud de su pueblo. Le atendieron de las rozaduras en sus muñecas y en sus piernas por las ataduras.

Los investigadores detuvieron más tarde a tres de individuos, dos españoles y un rumano, como presuntos participantes en el secuestro —dos de ellos como autores materiales—, aunque no los únicos. Uno de los españoles y el rumano fueron arrestados en su trabajo, el club Los Ángeles, situado junto a la A-5, en el término de Otero, a ocho kilómetros de Santa Olalla.

En los registros de las habitaciones que ocupaban en el club y en otros dos domicilios, la Guardia Civil halló una pistola de pequeño calibre, que pudo emplearse en el secuestro junto con otra simulada. Además, encontraron un kilo de hachís. Los tres detenidos ingresaron en prisión y la Guardia Civil busca más individuos implicados en este rapto con final feliz.

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