Detenidos siete menores de una banda que había sembrado el pánico en el instituto de Fuensalida
TOLEDO. La Guardia Civil de Fuensalida detuvo el miércoles a siete menores de edad que habían sembrado este curso académico el pavor, la indignación y el desaliento en el instituto de Educación Secundaria de esta población, aunque sus fechorías en este centro arrancaron en realidad ... el 19 de enero de 2001. Los investigadores les imputan cuatro incendios, tres robos con fuerza en las cosas y ocho delitos de daños, todo ello cometido, presuntamente, entre enero de ese año y el pasado 1 de junio.
No ha trascendido si estos miembros de una «banda de delincuentes juveniles», como les califica la Guardia Civil, son alumnos del centro. Por las edades de los individuos, entre los 13 y los 16 años, deberían estar escolarizados, según apuntaba ayer por la tarde a ABC el delegado provincial de Educación, Ángel Felpeto, quien supo de la detención de los menores cuando recibió la llamada de este diario, aunque desconocía si están matriculados en el instituto. «Me alegro infinitamente y, además, no queda en entredicho el trabajo de las Fuerzas de Seguridad», señaló Felpeto.
Servicio de vigilancia privado
Las fechorías que la Guardia Civil atribuye a estos menores habían conmovido a la comunidad educativa. Los docentes enviaron una carta al delegado provincial de Educación y los alumnos recogieron firmas en el centro para que se pusiera coto a los incendios, robos y daños. El pasado 3 de junio, dos días después del último delito que se imputa a la banda -el incendio de un aula-, Ángel Felpeto se desplazó hasta el instituto para reunirse con el claustro de profesores y los delegados de alumnos, explicó ayer el delegado provincial. «Estaban disgustados, indignados, había una sensación de impotencia en la comunidad educativa, porque han causado destrozos muy importantes», añadió Felpeto. De hecho, y como consecuencia de los incendios -curiosamente, tres en un mismo aula-, decenas de alumnos estuvieron días sin recibir clases porque algunas dependencias se encontraban ennegrecidas y el ambiente, irrespirable, debido al humo.
Por su parte, el director del centro, Jesús María Pascual, declinó ayer hacer declaraciones a ABC y remitió para cualquier información a la Delegación Provincial de Educación. Tampoco los profesores conocían oficialmente la detención de la banda de delincuentes juveniles que ha tenido atemorizados al personal laboral, padres y alumnos durante dos años.
La impotencia llegó al extremo de que, el pasado fin de semana, hubo un servicio de seguridad privado vigilando el centro. Además, señaló Felpeto, la Delegación Provincial de Educación envió una carta a la subdelegación del Gobierno en Toledo para pedir su colaboración y detener a los culpables. Porque ni siquiera la alarma de seguridad instalada en el centro servía para ahuyentar a los sujetos.
Cómo actuaban
La jornada que decidían atacar el centro, los menores se reunían para idear lo que iban a destrozar. Una vez puestos de acuerdo, entraban en el instituto y, mientras unos cometían la acción que habían planeado, otros vigilaban desde el exterior y un tercer grupo daba vueltas en ciclomotores en el perímetro del centro por si eran descubiertos. Casi siempre actuaban los fines de semana y, en el caso de que apareciese la Guardia Civil o la Policía Local, los menores se comunicaban con los teléfonos móviles mediante un código realizado con «toques» (llamadas sin respuesta). Un señal significaba que los agentes estaban cerca y dos «toques», que se habían parado cerca de la valla exterior del instituto.
Además, para correr los menos riegos posibles, los menores entraban por lugares que no estuvieran a la vista de transeúntes, según indicó Felpeto. Algunos comentarios que circulan por el centro señalan que siempre habrían accedido al instituto por la misma ventana, después de inutilizar la reja de seguridad. Los siete individuos han pasado a disposición de la Fiscalía de Menores de Toledo.
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