Sánchez Vara triunfa a 4.315 metros de altitud

«No es fácil torear aquí. Tienes que adaptarte un poquito, pero claro que notas la falta de aire. Y encima yo, que pongo banderillas, pues más . Es cierto que como sabía a dónde venía, nos hemos estado preparando durante 15 ó 20 días», cuenta el torero alcarreño a ABC en conversación teléfonica, justo antes de coger el avión de vuelta a nuestro país.

Macusani se sitúa al pie del Nevado Allinccapac, en la cordillera de Carabaya, el sur de Perú , a más de 1.300 kilómetros de Lima. Debido a su altitud, hay una enorme variación de temperaturas: en el mes de julio se han alcanzado los -28 grados, mientras que en enero se llega a los 23. Macusani es conocida como «la capital mundial alpaquera» por la gran cantidad de alpacas y llamas que hay.

Todos los años organiza una «fiesta brava» en honor a la Virgen de la Inmaculada Concepción, llamada por los lugareños «Mamita Inmaculada», con tres corridas que se celebran los días 10, 11 y 12 de diciembre. Pese a que la población de Macusani ronda los 7.500 vecinos, su plaza de toros tiene capacidad para unos 20.000. «Y se llena hasta la bandera», asegura Sánchez Vara. «Si las corridas empiezan a las tres de la tarde, desde las doce de la mañana ya están sentados, esperando», añade.

Este ha sido el tercer año que Sánchez Vara hace temporada en Perú, donde goza de un gran cartel. De hecho, en 2019 ha toreado once corridas en España y cerca de 20 en el país andino. «En España es más difícil. En Perú hay más toros, puede haber unas 1.000 corridas al año», razona.

Desde que el 26 de enero hiciera su primer paseíllo en Ajalvir (Madrid), el matador alcarreño ha ido intercalando sus compromisos entre los dos territorios, viajando hasta cuatro veces a América. El primer desplazamiento fue en julio, cuando toreó en Puente Piedra, Chumpi (dos festejos), Incuyo (dos festejos), Jicamarca y Lampa.

Volvió a finales de septiembre, ya que estaba anunciado en Santa Cruz (los días 29 y 30) y Asillo (3 de octubre). El 12 de octubre mató en Yepes la última corrida de su temporada en España y poco después hizo el penúltimo viaje para torear los días 22 y 23 en Pariamarca y Viraco.

«En Perú el público acude a la plaza a pasáserlo bien, a veces solo van a los toros que hay en su pueblo. Es una afición cariñosa y muy torerista», cree Sánchez Vara, quien también resume las diferencias entre los bravos que se lidian a ambos lados del Atlántico: «El toro en América es menos agresivo y, quizá, tiene menos edad; es un toro noble, que te deja hacer muchas cosas».

De regreso a nuestro país, Sánchez Vara tiene previsto alternar los días de descanso con la familia y las estancias en el campo para prepararse de cara a la próxima temporada. En 2020 cumplirá dos décadas desde que en Sacedón Luis Francisco Esplá le invistió doctor en tauromaquia. El Fandi fue testigo.