Chapuza ferroviaria en Cantabria: los nuevos trenes de Cercanías no caben en los túneles

Todo comenzó en junio de 2020, cuando Renfe adjudicó a la empresa Construcciones y Auxiliar de Ferrocarriles (CAF) la fabricación de los nuevos trenes que se adaptaran a las necesidades actuales. Según ha desvelado 'El Diario Montañés', la compañía ferroviaria dio las medidas de gálibo según los estándares actuales, sin tener en cuenta que en la comunidad cántabra aún hay túneles que datan del siglo XIX y, por tanto, más pequeños. El resultado: los 31 trenes nuevos no caben.

Tres años después de que se consensuara el contrato, por un precio total de 258 millones de euros, aún no se ha estrenado ninguno. Renfe no ha dado ninguna explicación, Adif (responsables de la infraestructura) tampoco y el Ministerio de Transportes guarda silencio.

La secretaria de estado de Transportes, Isabel Pardo de Vera, ha intentado capotear la situación. Ha confirmado que el retraso será de esos dos o tres años, cuando estaban prometidos para este 2023, y el enfado es generalizado.

El primero es Miguel Ángel Revilla, presidente de la comunidad. «Pensé que era el Día de los Inocentes, pero no. Esto es una chapuza incalificable. Tienen que rodar cabezas», pidió el veterano dirigente nada más enterarse de la información de 'El Diario Montañés'. De igual manera, el vicepresidente Pablo Zuloaga, del PSOE, ha exigido a los responsables de su propio partido una aclaración «de forma urgente» a la Delegación del Gobierno en Cantabria, al Ministerio de Transportes, a Adif y a Renfe.

La oposición, sin embargo, les mira a ellos mismos. La presidenta del Partido Popular, María José Sáenz de Buruaga, ha señalado que los cántabros están «en manos de Pepe Gotera y Otilio». «Tres años esperando los trenes que nos quitaron para llevar a Cataluña y ahora nos dicen que hicieron mal su trabajo, que no siguieron el asunto como debían y que tenemos que seguir esperando otros tres», criticó la dirigente popular, que apuntó a las visitas de Revilla a 'El Hormiguero' como un ejemplo de que el gobierno regional se encarga de todo menos de lo importante.

Lo más flagrante del caso es que los cántabros se sienten devaluados frente a otras comunidades autónomas. El País Vasco, por ejemplo, ya tiene en marcha la mitad de los trenes concedidos para actualizar la flota, pese a que lo firmaron medio año después.