Suscribete a
ABC Premium

HOJAS DE ANTAÑO

Se llamaba Julio Camba

«El notable humorista vio la bahía de Tenerife, con sus colinas pardas de color crema de chocolate adentrándose en el mar espumoso como una tarta colosal»

Se llamaba Julio Camba

ROBERTO MERINO MARTÍN

El 8 de octubre de 1913, con la Restauración borbónica cada vez más escarchada, aparece una columna en ABC: «Mi nombre es Camba». El artículo, una obra maestra, comienza así: «Cuando un alemán entra en un salón, ya sea un salón aristocrático o el salón de una casa de huéspedes, hace una profunda reverencia y dice: “Mi nombre es… (aquí el nombre del alemán)”. Yo también, al entrar en ABC, quiero presentarme a la manera alemana». Por la puerta grande, sin necesidad de padrinos literarios que le abrieran los salones de un periódico de peso, «no ha necesitado chambelanes ni voceros. Mi nombre es Camba», sentencia Arcadi Espada, aquel que siempre sabe dónde pone la bala. Julio Camba era un periodista gallego, de 29 años, que se disponía a radiografiar el pulso de las capitales europeas desde la ventana que el diario de Luca de Tena le acababa de abrir. En su pasión amorosa hacia su paisano y colega, la maestra de periodistas Isabel Gómez Rivas recuerda su primer contacto con Camba, en Buenos Aires: «Él había viajado allí en su juventud y aprovechó su estancia para escribir artículos en algunos periódicos y para jugar a ser anarquista. Lo mío era infinitamente más aburrido: me había llevado a Buenos Aires una beca y me pasé el tiempo, muy formalita y como era debido, estudiando». Es una pasión platónica. Camba había llegado como polizón a la capital argentina, en su juventud, momento que aprovechó para colaborar en algunas publicaciones porteñas y satisfacer una curiosidad carnívora, afirma Isabel, conocedora de don Julio a través de sus textos, que es la mejor forma de conocer a un periodista, finalmente.

El también plumilla lagunero Víctor Zurita recopiló en 1926, en estas mismas páginas, un asunto divertido: «Cuantos escritores y novelistas de fuste desfilaron por Tenerife describieron el puerto. (…) Julio Camba, el notable humorista, vio la bahía, con sus colinas pardas de color de crema de chocolate adentrándose en el mar espumoso, como una tarta enorme, como una genial y gigantesca obra de confitería». Una tarta colosal, apetitosa, exuberante se le figuraba el perfil de la isla al bueno de Camba.

El humor, que afila los flequillos de la intelectualidad más casposa, lo aplicaba el gallego en sus textos como nadie: «Cuando el inglés duerme, como cuando trabaja, lo hace íntegramente, de un modo eficaz, rotundo, definitivo. Nosotros consultamos nuestros asuntos con la almohada, dormimos en la oficina y nunca estamos ni completamente despiertos ni completamente dormidos». «Llevo ya dos años en Alemania, y todavía no me he enterado de que aquí haya un pueblo. He visto que hay una filosofía y una industria textil, un gran ejército y mucho arte musical; pero lo que se llama un pueblo, eso no lo he visto (…). En España hay un pueblo, pero no hay autoridad». «El orgullo de los americanos no consiste en ver que sus Universidades progresan y que su educación nacional va adquiriendo un gran desarrollo. No. Su orgullo principal consiste en haber batido un récord. Yo le dije el otro día a un americano, hablando de varias cosas, que nosotros teníamos en España un 30% de analfabetos, y noté que esto le había producido algo así como un sentimiento de envidia. Es un record, exclamó el hombre». En su burla epidérmica hacia otros países, a lo largo de sus muchos años como corresponsal, Julio Camba desentraña desde la más sutil de las inteligencias, el humor, las cuestiones que afectaban a aquella España rancia y caciquil. Su análisis de lo foráneo esconde una profunda crítica hacia lo de casa. Queda claro. Su nombre es Camba.

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación