Los barones del PP, incómodos con el plante de Ayuso a Pradales e Illa por los pinganillos
La presidenta copa todo el protagonismo a pesar del frente común en contra del uso de pinganillos
Choque total en la Conferencia de Presidentes

Los presidentes autonómicos del PP se fueron de Barcelona con la palabra fracaso en la boca. Las expectativas nunca fueron altas, ni siquiera moderadas. La sensación de que no habría acuerdos llevaba días instalada en el ambiente. Pero el clima de tensión fue bastante ... más fuerte que el vivido meses atrás en Santander, durante la anterior Conferencia de Presidentes. Las comunidades autónomas gobernadas por el PP coinciden en que en pocos meses «el escenario ha empeorado mucho» a nivel nacional. Por eso pidieron en cascada elecciones anticipadas al presidente del Gobierno. A puerta cerrada uno por uno se fueron refiriendo a la crisis institucional. Pero el frente común quedó opacado por el protagonismo de Isabel Díaz Ayuso en la polémica de las lenguas cooficiales y los pinganillos.
Su ausencia durante las intervenciones del lehendakari, Imanol Pradales, que utilizó el euskera durante la mayor parte del tiempo en su turno de palabra; y en la de Salvador Illa, que hizo lo propio con el catalán, marcó por completo el desarrollo de la reunión. En la Puerta del Sol venían avanzando el plante como un escenario posible. Insistían en que no podían concebir la posibilidad de que se necesitara la traducción al castellano de dos dirigentes autonómicos cuando existe una lengua común. Y que, además, como denunciaron varios barones populares –también Ayuso– se utilizó minutos antes compartiendo un café.
A pesar de que todos los presidentes del PP coinciden en lo «absurdo» que ven utilizar pinganillos para escuchar las reivindicaciones del País Vasco y Cataluña, la iniciativa de Ayuso abrió una brecha interna porque mientras la dirigente madrileña abandonó la sala, el resto de presidentes se decantaron por permanecer.
Y escucharon, sobre todo a Pradales, con la ayuda del traductor. En el caso de Illa, algunos dirigentes no echaron mano del pinganillo porque «se entiende mejor». Pero lo que en la reunión de Barcelona volvió a quedar en evidencia es que existen dos formas de afrontar un mismo diagnóstico dentro del PP. Y que Ayuso, se lamentaban en algunas comunidades, termina acumulando toda la atención poniendo en aprietos a algunos de sus compañeros de filas.
La incomodidad generalizada la expresó de forma muy gráfica el presidente andaluz, Juanma Moreno, cuando a las preguntas de los periodistas terminó respondiendo: «No soy ayusólogo». Era la manera de decir que no haría más interpretaciones sobre los actos de la madrileña y, sobre todo, expresaba un cierto hartazgo por la cascada de preguntas sobre el asunto. No hubo una rueda de prensa en la que los barones populares no fueran interrogados sobre Ayuso.
Todos la justificaron de alguna manera en público –algunos con mayor claridad que otros– al reconocer que era el Gobierno de Sánchez el que había buscado «enfrentar» con las lenguas cooficiales. Pero algunas comunidades reprochaban que Ayuso «hubiera entrado el trapo» dándole la imagen del plante que después Moncloa también utilizaría. Y que, en algunos casos, también incomoda a presidentes con lengua propia. El caso de Galicia es el más claro, pero no solo. Alfonso Rueda tomó la palabra con un breve saludo en gallego, mostró su orgullo por la lengua de su comunidad y después confirmó que utilizaría el castellano para hacerse entender.
Esa era la tesis defendida por la presidenta de la Comunidad, aseguran en su entorno más cercano. Y, sin embargo, en su declaración pública tuvo que zanjar las dudas que habían podido surgir: «Por supuesto que las lenguas son riqueza cultural para nuestro país. Por supuesto que las defiendo. Lo que digo es que no tiene sentido utilizar los pinganillos en la casa de todos teniendo una lengua común»» aclaró.
Justo antes había lanzado otra frase que puso en un nuevo brete a más de un dirigente del PP: «Yo no me meto en cómo actúan el resto de presidentes. Lo que pido es libertad para ser coherente». Después añadía que había decidido no participar en «una farsa». Y que ese fue el motivo de marcharse. En el aire quedaba la duda de si el resto de barones populares, los que se mantuvieron en sus sillas, sí lo hacían.
Manifestación del domingo
El contexto también influyó en la actitud de Ayuso. La Conferencia de Presidentes se celebró 48 horas antes de que el PP salga a las calles a manifestarse contra el Gobierno, tildándolo de «mafia». La iniciativa es de Génova y en algunas comunidades tampoco niegan su desconcierto por una protesta tan cercana a las fotos entre los presidentes y Sánchez.
La presidenta de la Comunidad de Madrid, explican en su entorno, no quiso dejar de acudir a Barcelona porque habría sido muy «incoherente» después de exigir durante meses que el presidente del Gobierno la convocara. Pero, al mismo tiempo, reconocen que la seriedad con la que llegó al encuentro -y que no se quitó del rostro- estaba medido. Y responde a la imagen de distancia que quiere proyectar. Muy distinta a la que otros dirigentes tuvieron.
El caluroso saludo de Moreno y otros presidentes autonómicos contrastó muchísimo con el de la presidente madrileña. Que, además, ya vivió un encontronazo muy incómodo con la ministra de Sanidad, Mónica García, cuando la líder de Más Madrid quiso darle dos besos en el saludo inicial. Ayuso le había tendido la mano como al resto y le preguntó si pretendía darle un beso a «una asesina». El día anterior en la Asamblea de Madrid se vivió un debate muy duro entre la oposición y el Gobierno regional a causa de la nueva investigación abierta por la Fiscalía sobre las muertes en las residencias de ancianos durante la pandemia.
Lo que también quiso dejar claro la dirigente madrileña es que no pretendía que el resto de presidentes la siguiera: «No quiero hacer sainetes con nadie», declaró, liberando la actitud del resto de barones.
También aprovechó para cargar las tintas contra Sánchez, al que acusó de buscar «visibilizar cada vez más un estado plurinacional que no somos y también plurilingüe». Y volvió a insistir en que la defensa de las lenguas no es compatible con «usarlas como arma para separarnos y convertirnos en extraños en nuestra propia casa». Todos los barones coincidirán en la manifestación del domingo en Madrid.
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