Ayuso prioriza el debate ideológico y evita el choque por las primarias con Génova
En Sol evitan enfrentamientos por ahora y piden centrar los esfuerzos del congreso en la propuesta política
Voces del PP advierten de que no será fácil restar peso a la militancia y temen que el partido se tensione
La reforma estatutaria limitaría intentos como el de Francisco Camps para volver a Valencia
Primarias en el PP: un modelo que aupó a Casado y evitó el liderazgo de Sáenz de Santamaría
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El debate de las primarias en cualquier partido político puede convertirse en una bomba de relojería. En el Partido Popular lo saben bien. Por eso, muchos dirigentes se extrañaron al ver que fue Alberto Núñez Feijóo el que puso el foco ahí hablando del « ... nudo gordiano» que debe resolverse en el Congreso Nacional de julio. La creencia extendida dentro del PP es que estos asuntos, que internamente tienen importancia y pueden provocar heridas profundas, se deben hablar dentro de casa. El PP de Madrid, claro defensor de la participación de la militancia en la elección del líder, está evitando la confrontación con Génova y priorizará el debate ideológico. En la Puerta del Sol consideran que en «este momento crucial» todos los esfuerzos deben estar centrados en zanjar una alternativa clara para terminar con el Gobierno de Pedro Sánchez.
«Es la gran oportunidad para impulsar a Feijóo hacia la Moncloa. No tendría sentido enredarnos en otras cuestiones internas. No podemos fallar», aseguran en el entorno de Isabel Díaz Ayuso.
En el partido han ido tomando conciencia de que el cónclave del verano es mucho más que un congreso. La realidad es que el PP necesita un rearme definitivo para asegurar el fin de ciclo. Acertar en los equipos y en la propuesta ideológica. Salir convencidos de que habrá cambio político.
Pero las primarias -ya ocurrió en el pasado- siempre acaban generando tensiones internas. En el entorno de Ayuso aseguran que «no entrarán» en este asunto -al menos por ahora-. De hecho, la presidenta madrileña ha medido mucho sus palabras al respecto. En Génova no opinarán más sobre la futura reforma estatutaria. Con el congreso en marcha y los ponentes designados, dicen, no tiene sentido ningún pronunciamiento. Habrá una propuesta y el partido la debatirá. Pero Feijóo ha reconocido en muchas ocasiones que no cree en el modelo actual de doble vuelta (aprobado en 2017): los militantes votan entre los candidatos que se presentan y, después, los compromisarios eligen entre los dos finalistas con más apoyos. Esta fórmula permite corregir el voto de los afiliados, a no ser que uno de los candidatos tenga un apoyo tan mayoritario en la primera vuelta que se proclame directamente como vencedor.
Lo que parece indiscutible es el trauma que dejó el proceso de 2018 cuando Pablo Casado, el candidato que nadie esperaba, logró imponerse a Soraya Sáenz de Santamaría (ganó entre los afiliados) apoyándose en el resto de la formación, sobre todo en María Dolores de Cospedal. Aquel episodio aún retumba con fuerza.
Y por eso, todo apunta a que habrá un cambio del modelo, aunque los cargos consultados por ABC dudan sobre cómo se podrá restar peso a los militantes. Ni es fácil, ni es popular. Lo que el líder del PP ha defendido hasta ahora es un sistema de compromisarios (elegidos previamente por la militancia). También ha criticado que basten 100 avales para poder presentarse. Con toda seguridad, ese requisito se endurecerá en los nuevos estatutos.
Hay barones territoriales -no solo el andaluz Juanma Moreno- que consideran que las primarias son «un arma de destrucción». «Nuestra gangrena», dicen, provocada por la presión de los que eran los 'nuevos partidos' -como Ciudadanos- y que impusieron la necesidad de más democracia interna. «No somos menos democráticos que los demás por no hacer primarias puras», se revuelven, respaldado la tesis de Feijóo.
«Las ideas, lo primero»
En el PP de Madrid hay recelos sobre la posibilidad de que «se acabe con las primarias». Pero es cierto que «las ideas y la propuesta» son lo que más importa en este momento en Sol. Ayuso es una de las dirigentes que siempre ha pensado que el PP acumulaba demasiado retraso en la celebración del congreso. Sobre todo, en estos años en los que Sánchez ha consolidado su mayoría con la izquierda y los independentistas. En Madrid consideran que los populares deben dar la batalla definitiva, abandonar los complejos, asentar sus valores, defender sus principios y transformarlos en un ideario con el que ir a las próximas elecciones generales.
Aseguran que «no valen medias tintas» y que «hace falta posicionarse» en los grandes asuntos: fiscalidad, inmigración, defensa de las instituciones. En el núcleo duro de la presidenta de Madrid abogan por una propuesta «clara y rompedora» que todos identifiquen a partir de julio con lo que haría el PP si gobernara.
La cuestión es que de las palabras del líder del PP al anunciar el congreso, muchos en el partido entendieron que no busca debates de fondo en los que colisionen las distintas sensibilidades. Que la ponencia política recaiga sobre Juanma Moreno y Alfonso Fernández Mañueco, presidente de Castilla y León; anticipa que el documento estará muy alineado con lo que quiere Feijóo. También participarán la alcaldesa de Zaragoza, Natalia Chueca; y la eurodiputada Alma Ezcurra, muy vinculada a la fundación del PP (Reformismo21) y que sí puede garantizar algunas pretensiones del PP de Madrid sobre las ideas.
A pesar de todo, el riesgo de tensión por el debate de las primarias está ahí. Siempre ha estado. Pasó en 2017, cuando se aprobó el sistema que aún sigue vigente. Aquel año el PP celebró su último congreso ordinario y hubo verdadero pánico. El PP de Madrid, dirigido por Cristina Cifuentes, metía mucha presión.
Mariano Rajoy encargó entonces a Fernando Martínez-Maillo que «arreglara lo de las primarias». Hubo una negociación a fondo porque existía un riesgo real de perder la votación si no se pactaba con el PP madrileño. Al final, el equilibrio fue este sistema mixto que contentaba, de alguna manera, a todas las partes.
El debate había empezado mucho antes. En el congreso nacional de 2008 en Valencia ya afloraron intentos para caminar hacia una mayor democracia interna. Feijóo era uno de los ponentes estatutarios. Ni en aquel congreso, ni tampoco en el de 2012 de Sevilla prosperó la enmienda de las primarias puras -conocida por la frase de «un militante, un voto»-. Hasta que llegó 2017 y Cifuentes ondeó esa bandera. Los protagonistas de aquel capítulo advierten: «O se hace bien o esto nos puede estallar en la cara».
La clave para el futuro
Aunque nadie piensa en la sucesión de Feijóo, el modelo que se elija será la guía del futuro. Y de ahí que muchas voces insistan en que Ayuso «no tendría rival» en manos de la militancia, mientras que otros posibles candidatos como Moreno podrían contar con el apoyo del aparato del partido a través de los compromisarios.
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