La reforma estatutaria del PP limitaría intentos como el de Francisco Camps para volver a Valencia
Si la militancia pierde peso y se exigen más avales, estas vías se complicarían
Ayuso prioriza el debate ideológico y evita el choque por las primarias con Génova
Aún está por ver cómo se concreta el debate sobre las primarias en el Partido Popular. La futura reforma de los estatutos deja este asunto como plato fuerte desde el punto de vista interno. Lo que parece claro es que habrá un cambio en ... el modelo actual y se ejecutará en el Congreso Nacional. Y la fórmula elegida tendrá consecuencias en las comunidades autónomas. Las intenciones del expresidente de la Comunidad Valenciana, Francisco Camps, aún son confusas. En principio, descarta presentarse como candidato a la Generalitat, pero sigue dejando la puerta abierta a intentar liderar el partido autonómico «si la militancia se lo pide».
No hay certezas sobre cuál será la propuesta. Dependerá, primero, de lo que ponga encima de la mesa la ponencia. Y, después, habrá que ver las enmiendas que surgen. Pero Alberto Núñez Feijóo se ha inclinado siempre por volver a un sistema de compromisarios, con menos peso de la elección directa de los militantes y, sobre todo, endurecer el requisito de los 100 avales para presentarse. Esta última cuestión tiene un apoyo bastante amplio según todos los cargos consultados, que piensan que «cien firmas para postularte a la presidencia del PP es como una broma».
En Génova solo insisten en la idea de mejorar el sistema, dotarlo de más transparencia y que se traduzca en una mayor democracia interna. Pero las críticas públicas de Feijóo hasta ahora acerca del modelo actual llevan a pensar a una corrección. Si el guion se cumple y se necesitan más avales para poder concurrir al tiempo que los afiliados tienen menos influencia, las cosas se podrían complicar para intentos como el de Camps en Valencia.
La prueba inequívoca de que algún propósito tiene, coinciden cargos populares, fue el acto que organizó hace días con más de 1.500 personas en la ciudad del Turia. Lo hizo sin el apoyo de la dirección nacional, causando molestia en el partido autonómico y rodeado de veteranos e históricos del partido, algunos condenados en casos de corrupción muy conocidos.
Le recibieron a gritos de «presidente, presidente» y Camps habló de «volver a ganar sin estar obligados a ceder nada a nadie», en alusión a la etapa de las mayorías absolutas. Eso sí, como viene haciendo desde hace mucho tiempo, se puso a disposición del partido. En Génova no han cargado las tintas contra él, reconociendo que hasta ahora «no ha pasado líneas rojas» a pesar de sus constantes ofrecimientos, que sí incomodan en la cúpula. No mantiene interlocución directa con Feijóo. Y sin embargo, muchos dirigentes sí reconocieron un «roto importante» con la imagen proyectada hace dos fines de semana. Tanto al líder nacional como a Carlos Mazón, muy cuestionado por la gestión de la trágica dana del pasado octubre, les han advertido en distintos momentos sobre que «algo había que hacer con Paco».
Voces del PP valenciano insistían en que había que mandarle un mensaje tranquilizador, de cariño incluso, para evitar que las cosas llegaran a este punto. Muchos dirigentes sitúan la crisis que vive el PP en esa comunidad como la causa de la evolución que está teniendo el asunto de Camps. «Hay un vacío enorme con los militantes y con los votantes. Y como nadie lo llena, ahí está Paco», resume un exdirigente de mucho peso en la Comunidad. No es el único que piensa así. Y por eso las especulaciones sobre cómo y cuándo «solucionar» el «tema de Valencia» recorren el partido. La patata caliente. Aunque muchos dudan de las intenciones reales de Camps, la reforma estatutaria que se apruebe en el próximo mes de julio se aplicaría en el resto de congresos autonómicos. Y si hay límites a las primarias, la reforma podría cortarle las alas a Camps y a otros intentos.
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