Aragonès plantó a Sánchez y Macron tras recibir 4.750 millones extra de Moncloa

A golpe de concesiones, con generoso talonario incluido, Sánchez presume de haber logrado la 'normalización institucional' con la Generalitat. El independentismo, sin embargo, se empeña en dejar claro que la secesión sigue siendo su objetivo y que está muy vivo.

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Daniel Tercero

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El pasado jueves, el presidente catalán Pere Aragonès plantó a Pedro Sánchez y al jefe del Ejecutivo francés, Emmanuel Macron, en la Cumbre Hispano-Francesa. Moncloa eligió Barcelona para ese cónclave tras extenderle el cheque extra de 4.749,9 millones de euros y consumar la acelerada reforma del Código Penal al gusto de los secesionistas. Pero ni eso le bastó para evitarse el desaire. Calibró mal. Aragonès se fue sin esperar a que sonaran los himnos de España y de Francia, un desdén que Moncloa se apresuró a minimizar diciendo que, al menos, el 'president' había ido a saludar. A renglón seguido, el Gobierno repetía la tesis de que «el 'procés' ha muerto», algo que el independentismo instalado en la Generalitat insiste en negar expresamente, por si con los hechos no hubiera quedado suficientemente claro.

Desde que se instaló en La Moncloa con el favor de los independentistas, la estrategia de Sánchez para mantener adormecido al secesionismo catalán se ha articulado en tres frentes de concesiones: el jurídico –indultos y posterior reforma penal–; el político, con la llamada 'mesa de diálogo' que coloca de igual a igual a Moncloa y a la Generalitat; y el dinerario, sobre el que ambas partes se han encargado en mantener la discreción, pese a que fue la levadura fabricada por el nacionalismo para amasarse en independentismo.

El 'España ens roba' (España nos roba) fue un rentable lema para los secesionistas, mientras su afán por las políticas identitarias esquilmaban las cuentas de la Generalitat hasta dejarlas al borde del colapso. Así llegó el salvavidas del FLA de Rajoy, que ha pasado de ser un auxilio pasajero a ser convertido por Sánchez en un reguero permanente de dinero para apuntalar a la Generalitat.

Moncloa asignó al Gobierno catalán esos 4.749,9 millones extra en una reunión celebrada el pasado 28 de noviembre. Cataluña se llevó el 44,7% de todos los fondos extra repartidos en aquella sesión entre diez autonomías. A la par, el Ejecutivo de Sánchez pisaba el acelerador de la reforma del Código Penal al gusto de los secesionistas. Y el 30 de diciembre Moncloa hizo oficial que la Cumbre Hispano-Francesa se iba a celebrar en Barcelona. Tuvo lugar el jueves pasado. Y Aragonès pagó todo lo previo con el desplante.

En lo dinerario, Pedro Sánchez no solo ha privilegiado a la Generalitat con esos 4.749,9 millones extra concedidos el 28 de noviembre para abonárselos este primer trimestre de 2023. El Gobierno catalán también sale muy aventajado con las llamadas 'entregas a cuenta' del sistema de financiación autonómica del régimen común –País Vasco y Navarra van por su lado con la foralidad–. Las entregas a cuenta son los fondos que el Estado transfiere cada año a las autonomías por su participación en la recaudación tributaria estatal y en otras herramientas del sistema. Son a cuenta porque se basan en un cálculo provisional, que años después se ajusta tras liquidarse la recaudación real de aquel año. En cualquier caso, es dinero contante y sonante, disponible en el año en curso. Pues bien, en 2022 Cataluña se llevó por entregas a cuenta del Estado 20.587,8 millones, el 22,2% de lo repartido a las 15 comunidades del régimen común. La Comunidad Madrid, pese a tener más PIB que Cataluña, recibió casi 2.000 millones menos.