Los hechos se produjeron el pasado martes, en torno a las 21.30 horsa de la noche, cuando el progenitor visiblemente nervioso y muy alterado irrumpió en la comisaría pidiendo socorro; llevaba a su hijo pequeño en brazos, semiinconsciente y convulsionando.
Dos policías nacionales de la Unidad de Prevención y Reacción (UPR) se hicieron cargo de la situación. Uno de ellos tomó al pequeño en brazos y lo colocó en posición de seguridad, mientras su compañero solicitaba con urgencia una ambulancia al 091. También ayudó un tercer agente que realizaron al bebé maniobras de primeros auxilios que permitieron mantener con vida al menor durante esos minutos que fueron vitales a la postre.
Los agentes han explicado que el bebé tenía fiebre y un color grisáceo, y el padre dijo que «tenía problemas de corazón». Aunque gritaba desesperado que no sabía lo que le estaba ocurriendo a su hijo. Los tres uniformados atendieron y, según han señalado, vivieron momentos muy complicados. «No reaccionaba, le faltaba la respiración y eso, en un niño tan pequeño, asusta».
En la comisaría también prestaron atención a los padres durante ese rato tan angustioso. En las imágenes grabadas en la comisaría se ve cómo la madre, desesperada, se arrodilla en el suelo muy preocupada.
El bebé llegó a perder completamente el conocimiento, lo que obligó a los agentes a aplicar nuevas técnicas de estimulación para intentar recuperar su respuesta. Tras varios minutos de intensa actuación, el menor recuperó la consciencia y comenzó a respirar por sí mismo. Pocos instantes después se presentó en el lugar una ambulancia del 061. Los sanitarios estabilizaron al niño antes de trasladarlo al Hospital Infantil Miguel Servet, donde fue atendido de urgencia. Horas después de permanecer en observación, recibió el alta médica. Y ya está en casa con sus padres, que no olvidarán fácilmente ni a Ismael, ni a Rubén ni a Kike.
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