Las restricciones del Covid amenazan al sector de la nieve y ponen en riesgo 13.000 empleos en Aragón

Este otoño no ha habido nevadas suficientes y a las estaciones aragonesas todavía les falta el imprescindible manto blanco para poder abrir con normalidad. Pero esta es una mera circunstancia coyuntural que, tarde o temprano, quedará resuelta en cuestión de días. El problema es que, cuando haya nieve, tampoco podrá funcionar si no se levantan las duras restricciones que esta Comunidad tiene vigentes por el Covid-19.

Aragón mantiene cerrados sus límites autonómicos, no permite la libre movilidad con sus regiones vecinas. Y, además, también tiene confinadas las provincias, lo que impide entrar y salir de ellas libremente, salvo por circunstancias excepcionales como motivos laborales, sanitarios o de fuerza mayor personal que han de demostrarse ante cualquier control de tránsito.

Este mismo jueves, al consejera aragonesa de Sanidad, Sira Repollés, afirmó que no hay un plazo previsto para levantar esas restricciones . De hecho, ni siquiera se sabe a ciencia cierta si podrán levantarse antes de que llegue la «cuarta ola de contagios» en Aragón que, según dijo Repollés, dan por hecho que se va a producir tras las navidades.

Esos confinamientos autonómico y provinciales, en sí mismos, hacen imposible que el sector de la nieve funcione, porque se nutre del flujo de esquiadores y turistas que llegan de regiones como Madrid, el País Vasco, Navarra, la Comunidad Valenciana o Cataluña . Y eso sin contar que, desde hace semanas, Aragón tiene prohibida la presencia de clientes en el interior de bares y restaurantes, además de estar prohibida la actividad hostelera más allá de las 20.00 horas.

«Si llegamos a enero con las estaciones de esquí cerradas, muchas empresas ya no podrán abrir en toda la temporada», advierte Daniel Cruz, director de la veterana Escuela de Esquí de Candanchú (Huesca) , entidad fundada hace 60 años. Sabe, de primera mano, lo que supone el sector de la nieve para los valles del Pirineo. Es un medio de vida fundamental.

En torno al esquí viven cientos de negocios de hostelería, de alquiler, de servicios turísticos… El propio Gobierno aragonés, que no sabe aún cuándo levantará las restricciones de movilidad, cifra en 1.300 los empleos directos que dependen del sector de la nieve y 12.000 los indirectos. Cada temporada deja una media de 150 millones de euros en las zonas que tienen estaciones de esquí, cinco en el Pirineo oscense –Astún, Candanchú, Formigal, Cerler y Panticosa– y dos en las sierras de Teruel –Javalambre y Valdelinares–.

El grueso del negocio del esquí lo controla el propio Gobierno aragonés a través de Aragón, una sociedad anónima que comparte con el banco Ibercaja y que gestiona cinco de las siete estaciones aragonesas, todas excepto Astún y Candanchú.

Pero el Gobierno aragonés no tiene claro aún qué va a ocurrir este año con el decisivo negocio del esquí, sobre el que se soporta el 7% del PIB de la región. «Hay un grupo de trabajo ministerial sobre esta materia, estamos trabajando en él y no se puede avanzar nada todavía», se limitaron a indicar este jueves a ABC fuentes del Ejecutivo autonómico que preside Javier Lambán.

Esta falta de concreción, a las puertas del invierno, aporta zozobra añadida a quienes dependen del sector de la nieve. «En marzo ya nos quedamos sin trabajo antes de tiempo y ahora no sabemos cuándo vamos a poder trabajar, ni siquiera si vamos a poder hacerlo en toda la temporada, porque si las restricciones mantienen paralizada la actividad del esquí hasta entrado enero, muchas empresas relacionadas con esta actividad optarán por no abrir», insiste en advertir el director de la Escuela de Esquí de Candanchú. Pertenece a un colectivo, el de los profesores y monitores de esquí, que suma cientos de profesionales en Aragón. Y son solo una pequeña porción del empleo que depende directamente de la industria de la nieve en esta región.

Daniel Cruz no entiende que se asfixie esta actividad con las restricciones, cuando «es de muy bajo riesgo de contagio: el esquí se practica al aire libre, con una suficiente distancia interpersonal, cada esquiador va muy cubierto para protegerse del frío y utilizar mascarilla en absoluto molesta o impide la actividad», afirma. Y, respecto a las instalaciones en las que puede haber más concentración, considera que basta con establecer unas normas básicas de distanciamiento.

«Si en Madrid está abierto el metro, no tiene sentido que esté cerrada una estación de esquí» , indica a modo de ejemplo este profesional del sector de la nieve. Y advierte que asfixiar esta industria sería un desastre para miles de personas. «Muchos nos quedamos prematuramente sin trabajo en marzo, por el estado de alarma, en verano no hubo trabajo con normalidad y ahora, ante la nueva campaña de nieve, nos encontramos en una situación muy difícil por las restricciones», indica.