El reto andaluz de la era post Covid es volver a converger con Europa

Un indicador clave para medir la convergencia entre distintas naciones es el PIB per cápita (la riqueza que genera un territorio en función de su población). En el 2000, el PIB per capita en España era tres puntos inferior al de la media de la UE (se situaba en el 97%), un porcentaje que mejoró sensiblemente en el largo ciclo de crecimiento económico que se interrumpió con la crisis financiera y el desplome del ladrillo. En 2008 se había alcanzado un porcentaje récord: el 104%, superando en cuatro puntos la media europea. Desde entonces la caída ha sido abrupta, al 99% en 2010, el 90% en 2015 y, a pesar de cinco años de recuperación sostenida, apenas el 91% en 2019. La pandemia ha dejado una marca desoladora: según los datos de Eurostats, a cierre de 2020 el porcentaje era el 86% del PIB (catorce puntos menos que la media).

La doble crisis ha provocado que España esté ahora muy lejos de Alemania (121%) y agrandando su distancia de países a los que en su día se acercó (como Francia, en el 103%). La recuperación de los próximos dos años será clave para revertir en parte esta situación.

¿Cuál es la situación de Andalucía ? Con la entrada en la UE Andalucía tenía un doble desafío: converger en primer término con las regiones más prósperas de España para, a su vez, acercarse a la media de la UE. El mismo proceso que ha vivido España con respecto a la UE lo ha experimentado Andalucía dentro del país: logró un lento pero prolongado periodo de convergencia entre 1995 y 2008, cuando creció a un ritmo medio anual del 3,9% (cuatro décimas más que el conjunto de España).

En la última década esta tendencia cambió. La crisis del ladrillo golpeó con más fuerza a Andalucía, que entre 2008 y 2013 sufrió una contracción del PIB más severa (con descensos medios anuales del 1,8%, empeorando en cinco décimas la cifra del conjunto del país). A diferencia de lo que ocurrió en anteriores épocas expansivas, la recuperación posterior de Andalucía fue menos vigorosa : desde 2014 creció a un ritmo anual del 2,5%, una décima menos que la media. Pero en los meses anteriores al Covid la tendencia había cambiado: por primera vez desde la anterior crisis, en 2019 la comunidad creció ligeramente por encima del resto (una décima más). Y en 2020, con la irrupción de la pandemia, el comportamiento de Andalucía es mejor, con una caída inferior a la media (-9,6% frente al -10,8% en España).

En los próximos tres años Andalucía está ante el desafío de mantener la tendencia a recortar las distancias , ya que su situación de partida es complicada: el PIB per capita es el 68%, 32 puntos menos que la UE y 18 por debajo del porcentaje de España.

¿Hay casos de otras regiones que hayan logrado superar la distancia histórica con los países más prósperos de la UE? En el Este de Europa, especialmente países como Chequia y Lituania, han logrado dar un salto adelante, dado que «han recibido inversiones industriales de Alemania y han logrado reconvertir su antigua industria armamentística en un sector de la automoción potente», según afirma Rogelio Velasco, consejero de Transformación Económica. Otro caso singular es Irlanda, que «ha captado a multinacionales con una fiscalidad muy agresiva, unido a la formación de buenos ingenieros y al hecho de que el lenguaje nativo sea el inglés». Si bien es cierto que «son países pequeños en los que es más fácil revertir las estadísticas que en las grandes naciones», constatan que hay vías de salida.

Analistas Económicos de Andalucía estima que el PIB de la región crecerá un 5,9% en 2021 (en línea con el conjunto de España) y un 6,2% en 2022, volviendo así a los niveles de actividad preCovid a fines del próximo año. Sin embargo, la remontada requiere un cambio más estructural. El PIB industrial de Andalucía es inferior al 11%, frente a la media del 16% en España y más del 24% en País Vasco y Navarra . La Junta ha lanzado el Plan Crece para movilizar una inversión de 5.000 millones de euros público-privada que estreche esas distancias (un objetivo que ya pretendió el Ejecutivo de Susana Díaz con el malogrado Pacto por la Industria).

Otro frente pasa por mejorar la financiación autonómica, que también lastra a Andalucía, que junto a Valencia y Murcia, recibe menos inversión por habitante que la media española (el Gobierno andaluz estima que hay una infrafinanciación de 1.000 millones de euros cada año). El inicio de un proceso de simplificación burocrática, unido a la rebaja fiscal y a normas para desenmarañar sectores relacionados con el urbanismo (como la ley denominada Lista) son otras bazas. También será esencial el buen aprovechamiento de los fondos europeos Next Generation , una inversión que debería superar los 71.000 millones de euros entre 2021 y 2023 y sobre cuya gestión y destino final pesan numerosas incertidumbres.

Como en las pistas de Tokio, Andalucía no solo debe avanzar, sino hacerlo más rápido que el resto para converger con la media europea.