Una mujer le confiesa a Juan y Medio su experiencia con una cita a ciegas: «No dejaba las manos quietas»
El recuerdo en «La tarde, aquí y ahora» de una cita a ciegas que terminó mucho antes de lo esperado
Juan y Medio se confiesa con Sonsoles sobre el amor: «Desde hace muchos años estoy ilusionado»

Lo cierto es que la tercera edad y el amor forman una pareja tan curiosa como imprevisible. Porque el corazón no entiende de calendarios ni de arrugas, pero el cuerpo a veces sí pone límites (y no solo de salud, sino de paciencia). Y en esa delgada línea entre la ilusión y la incomodidad se movió la invitada del programa, que al fin y al cabo solo quería disfrutar de un café acompañada... sin que las manos del acompañante quisieran protagonizar el encuentro.
Entre risas y anécdotas, la tertulia en 'La tarde, aquí y ahora' sirvió también para recordarnos que, en las citas a ciegas, más vale ir con ojo abierto y manos firmes, porque nunca sabes qué sorpresas te puede traer el amor a cualquier edad. Y si no, siempre quedará la opción de pedir un café para llevar y salir corriendo.
En este contexto, una de las invitadas de Juan y Medio se atrevió a narrar una cita a ciegas que no salió precisamente como esperaba. La escena: una cafetería, un hombre misterioso y, lo que ella no sospechaba, unas manos «demasiado largas» para su gusto.
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«Yo antes de salir, cuando iba a tomar el café, me encontré a mi hijo y le dije que había quedado con un hombre para tomar café. Él me preguntó si había quedado antes con él, y le dije que no, que era la primera vez,» contó la invitada, ya anticipando lo que vendría. «Y al rato ya estaba deseando que se acabara el café e irme a mi casa.»
Juan y Medio, con ese humor tan suyo, no pudo evitar hacer la broma: «¿Porque el hombre tenía demasiada prisa...?»
«Sí...» respondió la invitada, y soltó la risa mientras revelaba el secreto de la cita: «Que no, que las manos no las dejaba quietas…»
Un momento divertido y muy humano que nos recuerda que, con la edad, las citas pueden tener su miga, y que no siempre todo es tan dulce como un café de sobremesa.
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