Monseñor Satué toma posesión como obispo de Málaga: «Estamos llamados a vivir en humildad»
El nuevo obispo de Málaga ha sido proclamado en la Catedral de la Encarnación con un mensaje de humildad, coherencia y misionero
Jesús Catalá cierra 17 años de pontificado: «Hay cambio de timonel, pero el timonel de la Iglesia es Cristo»
Málaga
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Iniciar sesiónMonseñor Satué llegó feliz y con bromas este sábado al Palacio Episcopal antes de su toma de posesión como obispo de Málaga. Su predecesor, monseñor Catalá, jovial deseaba buen trabajo a la prensa antes de iniciar el ceremonial. La alegría por el nuevo pastor era ... evidente. Apretaba el calor, pese a la sombra de la fachada principal de la Catedral, se extrañaban los turistas y esperaba el cabildo. Eran los momentos previos a un día grande en la Diócesis.
José Antonio Satué Huerto (Huesca, 1968) era hasta ahora obispo de Teruel. Técnico especialista en electrónica industrial por el Instituto Politécnico de Huesca, en 1987 ingresó en el Seminario Metropolitano de Zaragoza como seminarista de la diócesis de Huesca. Recibió la ordenación sacerdotal el 4 de septiembre de 1993. Es licenciado en Derecho Canónico por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma (2004).
En la Conferencia Episcopal Española, es miembro de la Subcomisión Episcopal de Migraciones y Movilidad Humana, desde noviembre de 2021, y, por tanto, también miembro de la Comisión Episcopal para la Pastoral social y Promoción humana, donde está integrada la citada Subcomisión. Desde este sábado se ha convertido en el obispo número 50 desde el fin de la dominación árabe y el 70 desde San Patricio (siglo IV), primer obispo de la Diócesis de Málaga del que existe constancia escrita.
Casi una treintena obispos arroparon la toma de posesión, entre ellos Juan José Omella, cardenal arzobispo de Barcelona, y con estrechos lazos de amistad con el nuevo obispo de Málaga. Destacan también el cardenal arzobispo Madrid José Cobo, el arzobispo de Granada José María Gil Tamayo, que presidió la toma de posesión en los comienzos, o el presidente de la Conferencia Episcopal Luis Argüello.
La celebración comenzó con la comitiva recibidos por el Cabildo Catedralicio. El deán ofreció al obispo electo el 'Lignum Crucis' para su veneración y agua bendita para que se asperjarse a sí mismo y a los presentes.
Luego la comitiva continúo su recorrido hasta la capilla de la Encarnación. Después de unos instantes de oración, se revistieron para la ceremonia y salieron bajo la presidencia del arzobispo de Granada. Monseñor Catalá dio la bienvenida al Templo y hubo un mensaje del Papa a través del representante de la nunciatura. Tras otra breve alocución, del arzobispo de Granada se presentaron al Colegio de Consultores las Letras Apostólicas de la proclamación por parte del Papa.
Tras una aclamación, el arzobispo cedió la Cátedra al obispo electo con el báculo que simboliza la sucesión apostólica y la continuidad pastoral. La aclamación de los presentes se retumbó por toda la ciudad con el tañido de la campanas en honor a nuevo obispo antes de la misa, donde hizo un llamamiento a «la humildad, la coherencia y la misión». «No son recetas ni tampoco un programa pastoral. Sencillamente son invitaciones que he sentido en la oración, y que he compartido con vosotros», reseñó monseñor Satué.
«El camino de la humildad es inexcusable para cada creyente y también en nuestra experiencia de Iglesia. Estamos llamados a vivir en humildad, sin negar los talentos recibidos ni exagerar nuestras faltas», apuntó el obispo, donde se acordó de San Manuel González reseñando su humildad como »una de sus virtudes más profundas, cultivada en su cercanía con los pobres y alimentada por su amor constante a la Eucaristía».
Rememoró al cardenal Ángel Herrera Oria en su etapa como laico comprometido y en su vocación sacerdotal y episcopal para hacer una llamamiento a la coherencia. «Vivió con integridad cada una de sus convicciones, sin separar la fe de la vida pública ni la doctrina social de la acción concreta, con una unidad de vida que lo hizo testigo creíble para su tiempo».
Y llamó a la misión porque en un tierra próspera como Málaga también hay heridas como la soledad, pobreza, adicciones, violencia, inmigrantes explotados, jóvenes sin rumbo y familias rotas. «No podemos permitirnos ser una Iglesia autorreferencial, encerrada en sí misma, preocupada solo por sus necesidades y problemas», apuntó.
«No hemos sido llamados para optimizar recursos ni para mejorar nuestra imagen, mucho menos para proteger privilegios. Nuestra vocación no es conservar espacios, sino promover procesos de liberación, de justicia y santidad, especialmente entre las personas marginadas en las afueras de la sociedad y de la Iglesia», añadió el obispo antes en su homilía, que fue una declaración de intenciones para lo que va a ser su pontificado.
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