Jesús Catalá cierra 17 años de pontificado en Málaga pidiendo unidad: «Hay cambio de timonel, pero el timonel de la Iglesia es Cristo»
Defiende la «valentía» de ejecutar la cubierta catedralicia, el hito más visible de su política de conservación del patrimonio
Málaga
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Iniciar sesiónLa Catedral de la Encarnación de Málaga rebosó hasta el último banco en la misa de acción de gracias con la que monseñor Jesús Catalá se despidió, este domingo 7 de septiembre, de la diócesis que ha pastoreado desde 2008. Miles de fieles, ... decenas de sacerdotes concelebrantes, representantes de la Agrupación de Cofradías y autoridades civiles arroparon al prelado en una ceremonia solemne y emocionada, con numerosos asistentes de pie al no encontrar asiento. En un clima de oración y afecto, el obispo pidió unidad y dejó un ruego muy concreto: «Acoged con filial amor al nuevo obispo», subrayando que «somos todos uno en Cristo Jesús», lema que ha presidido su ministerio desde sus inicios: Ut unum sint.
Catalá situó su despedida en la fiesta de Santa María de la Victoria, patrona de la ciudad. Releyó su vida episcopal a la luz de la temporalidad y la esperanza, recordando que «somos siervos» y que la tarea recibida «no se apropia». Desde el ambón, subrayó la importancia de un relevo ordenado «por el bien de la diócesis» y pidió acoger con respeto a su sucesor, antes de agradecer «la cercanía, la amistad y la colaboración» del pueblo malagueño, su clero y la vida consagrada. Lo acompañó el Arzobispo de Granada, Mons. José María Gil Tamayo, que mañana presidirá la fiesta solemne de la patrona y pronunciará la homilía.
No faltó un apunte de memoria y gratitud: «Seremos la generación que tuvo la valentía de afrontar el tejado de nuestra Catedral», afirmó, aludiendo a un proyecto largamente esperado, el tejado inspirado en Ventura Rodríguez, cuya ejecución se prolonga hasta 2027 tras la actualización del presupuesto a 22,5 millones de euros, con financiación de la Junta, el Ayuntamiento, la Diputación y Fundación Unicaja. «Muchas gracias», remató, en visible referencia al esfuerzo compartido de instituciones y diocesanos.
Por qué se va y cómo llega el relevo
Catalá, que cumplió 75 años en diciembre de 2024, recordó que presentó entonces su renuncia conforme al canon 401 §1, añadiendo que pidió a la Santa Sede que el cambio se produjera «lo más pronto posible, por el bien de la diócesis» y para evitar «ralentizar el riesgo pastoral» en un tiempo de incertidumbre. Tras el fallecimiento del papa Francisco el 21 de abril de 2025, el papa León XIV nombró el 27 de junio a mons. José Antonio Satué (hasta ahora obispo de Teruel y Albarracín) nuevo obispo de Málaga, que tomará posesión el 13 de septiembre. Desde ese 27 de junio, Catalá ha ejercido como administrador apostólico hasta el ingreso canónico del sucesor. «Hay cambio de timonel, pero el timonel de la Iglesia es Cristo», resumió el emérito.
La transición ha coincidido con la convalecencia del prelado valenciano: intervenido el 22 de abril por un pólipo vesical, sufrió una infección con septicemia que motivó su ingreso en UCI, pasó a planta el 7 de mayo y recibió el alta el día 12, tras cerca de tres semanas de hospitalización.
Si hubiera que escoger un hilo conductor de estos 17 años, sería la corresponsabilidad: la del pueblo fiel en la acción caritativa y la del conjunto de instituciones, públicas y privadas, en la conservación del patrimonio. Bajo su episcopado, la diócesis destinó una media anual de 3–5 millones a obras de rehabilitación, con 29 Bienes de Interés Cultural; entre ellas, las cubiertas visitables de la Catedral (2014), la rehabilitación del Seminario de San Manuel González, y la restauración de templos señeros como Santos Mártires o Santiago. El tejado de la Catedral, hoy en marcha, es el hito más visible de esa política sostenida.
En el capítulo social, la Iglesia de Málaga ha mantenido la mirada fija en las urgencias de su tiempo: migración, pobreza, desempleo, violencia, adicciones, cuidado de la vida y de la familia. La última memoria diocesana recoge 46.373 personas atendidas en 206 centros, sostenidos por más de 1.300 voluntarios de Cáritas y numerosos agentes de pastoral. «Es importante tomar conciencia de la necesidad de compartir la vida», escribió el obispo en su carta por el Día de la Iglesia Diocesana, una máxima que hoy convirtió en acción de gracias.
Mención especial merece la pastoral penitenciaria, con presencia estable en los centros de Alhaurín de la Torre, Archidona y Melilla, y la celebración de hitos jubilares en prisión. En este punto, Catalá ha sido constante: «Los capellanes y voluntarios hacen presente al Señor, que rompe nuestras cadenas», ha repetido en numerosas ocasiones.
Educación y formación: del aula al claustro
La educación católica ha sido otro pilar. Bajo su impulso, Fundación Victoria integra 30 centros, incluida la Escuela Internacional de Hostelería y Turismo, con más de 8.000 alumnos y alrededor de 800 trabajadores. Si se suman los centros de congregaciones y obras religiosas, la cifra supera los 30.000 alumnos y 1.600 docentes en 45 colegios. En paralelo, la diócesis reforzó la formación teológica: al Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Pablo se sumó en 2018 el Centro Superior de Estudios Teológicos San Pablo (agregado a la Universidad Loyola), con sacerdotes, seminaristas, religiosos y laicos compartiendo aula; este curso se ha estrenado el Máster en Teología Fundamental. La Escuela Teológica San Manuel González ha formado a 1.078 alumnos en modalidad presencial y 290 en semipresencial durante el episcopado.
En cuanto al clero, durante su mandato han sido ordenados 43 sacerdotes y 23 diáconos permanentes, con un trabajo fino de coordinación mensual junto a arciprestes y vicarios para vertebrar la pastoral ordinaria de la diócesis.
Un pastor con mirada universal
Antes de llegar a Málaga en 2008, donde sucedió al fallecido mons. Antonio Dorado Soto, Catalá fue oficial de la Secretaría del Sínodo de los Obispos en Roma; acompañó a san Juan Pablo II en varios viajes apostólicos en África y acumuló una sólida formación académica en las pontificias Salesiana y Gregoriana. Ese bagaje curial y teológico se ha traducido en Málaga en una eclesiología de comunión y en una apuesta por la sinodalidad: presidió comisiones de Pastoral, Clero y Vida Consagrada en la Conferencia Episcopal, y fue miembro de su Comisión Ejecutiva hasta 2024, impulsando además estatutos para consejos pastorales y económicos parroquiales.
Su ministerio ha tenido, asimismo, horizonte misionero: la diócesis mantuvo su atención a Melilla, a la que acudió en numerosas ocasiones, y renovó los lazos con la Misión Diocesana en Venezuela (Caicara del Orinoco), que el obispo visitó en 2011. Y en el plano del diálogo, sus años al frente de Málaga han dejado una huella ecuménica e interreligiosa, con convivencias de jóvenes y el gesto de invitar a un pastor evangélico como miembro del Consejo Pastoral Diocesano.
Un cierre con sabor malagueño
La homilía terminó como empezó su ministerio aquí: recordando su primera predicación en Málaga y parafraseando una copla popular, convertida en declaración de amor a la ciudad: «Málaga querida, qué bonitos ojos tienes… déjame que te contemple; permíteme que te acompañe; concédeme poder amarte».
Diecisiete años después el gobierno pastoral de Jesús Catalá concluye con una imagen elocuente: una Catedral llena, un tejado en marcha, una red social de la Iglesia más tupida y una comunidad llamada a la unidad. El resto lo dirá el tiempo; hoy bastaba la certeza que el obispo emérito quiso dejar empeñada ante su pueblo: «Acoged con filial amor al nuevo obispo y sed uno frente al Señor».
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