Una víctima de Jaén reúne 10.000 firmas para denunciar los fallos de las pulseras antimaltrato:«Me he sentido totalmente desprotegida»
Ha denunciado que el actual sistema Cometa genera «ansiedad innecesaria» y no garantiza la seguridad de las víctimas
El fallo de las pulseras permitió a agresores acercarse a sus víctimas en Granada y Málaga
Jaén
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Iniciar sesiónUna mujer de Jaén, víctima de violencia machista, ha recogido más de 10.000 firmas en Change.org para exigir al Ministerio de Igualdad que garantice el «correcto funcionamiento» de las pulseras telemáticas que controlan a maltratadores, en plena polémica nacional por los fallos ... detectados en el sistema Cometa.
«Soy una mujer víctima de violencia machista y víctima también del sistema de pulseras de supuesta protección (Cometa). Como mujer que he llevado esas pulseras sintiéndome totalmente desprotegida, estoy pidiendo que modifiquen urgentemente el sistema para que dejen de fallar y protejan de verdad a las víctimas», comienza denunciando en su petición.
La afectada recuerda que su calvario comenzó en 2012, cuando su exmarido la agredió por primera vez. «Me divorcié, le denuncié. He vivido años de acoso constante, incluyendo destrozo del mobiliario exterior de mi casa. Finalmente el juez decidió ponerle una orden de alejamiento y a mí una pulsera de protección».
Según relata, el sistema inicial sí funcionaba, aunque a costa de vivir bajo un miedo constante. «Estuve un año con ella y sonó más de 600 veces. Porque mi maltratador se dedicaba a entrar constantemente en las zonas que tenía prohibidas para que me saltara la alarma y yo viviera con miedo constante a lo que me pudiera hacer. Fue terrible, pero la realidad es que el sistema funcionaba, porque gracias a esos avisos mi exmarido, por fin, entró en prisión. Y yo vivo desde el año 2016 con pánico y órdenes de alejamiento. Así que sé de lo que hablo».
Su experiencia cambió con la llegada del actual sistema Cometa. «Me he sentido totalmente desprotegida, sintiéndome que no llevaba absolutamente nada», denuncia. El problema, explica, es que los avisos no se corresponden con la realidad: «Te sientes totalmente indefensa y sabes que lo que marca no es una realidad. Genera a las mujeres una ansiedad durísima e innecesaria cuando avisa y el agresor en realidad no está cerca, y lo que es todavía más grave, si eso sucede, ¿cómo sabes que no va a pasar lo contrario, que tengas a tu maltratador a unos metros pero que la alarma esté saltando porque no funciona bien?».
La petición subraya el impacto psicológico de esos fallos: «Mi experiencia con el sistema de pulseras actual es nefasta. En su testimonio, la mujer detalla situaciones que reflejan la desconfianza en el sistema: «Marcaba distancias que no eran las correctas. Ha ocurrido que salta la alarma y la policía descubre que el agresor está en su casa durmiendo. A mí misma me pasó que una vez me sonó 35 veces y al final la jueza lo denegó como prueba porque sabían que no funcionaba bien».
Además de denunciar los fallos, la víctima plantea alternativas: «Propongo que el dispositivo de aviso se instale en una app en el propio móvil de la víctima y no con un aparato exterior. Supondría no solo un ahorro económico sino también una mejora en el funcionamiento, pues sería más sencillo mantenerlo con batería, no se rompería tan fácil y no tendría los errores que tenía el mío que se descargaba y se tiraba un rato sin funcionar».
Su iniciativa se suma a las críticas que en las últimas semanas han puesto el foco en la vulnerabilidad del sistema Cometa, cuestionado tras conocerse varios casos de fallos en la supervisión telemática de agresores.
La mujer concluye su campaña con un llamamiento a la acción: «Por favor, Ministerio de Igualdad, este es un grave problema que necesita soluciones urgentes y efectivas. Unámonos para mejorar la seguridad de mujeres en esta situación tan vulnerable».
La polémica por los fallos en las pulseras se mantiene abierta y la presión social crece para que se introduzcan mejoras inmediatas en un sistema que, cuando no funciona, deja a las víctimas en una falsa sensación de seguridad y expuestas a un riesgo real.
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