Cinco planes que no te puedes perder en el puente de diciembre en Granada

Sierra Nevada no es sólo la estación invernal, sino que abarca otros muchos territorios. Uno de los más cercanos es la Hoya de la Mora, a casi 2.500 metros de altura, donde no hay pistas pero sí trineos para deslizarse, además de otras actividades para niños, y un sitio espectacular para ponerse a andar montaña arriba hasta que las piernas resistan. Es fácil llegar, por ejemplo, al monumento erigido en honor a la Virgen de las Nieves.

Más lejos, bastante más, está el Puerto de la Ragua. Es que Sierra Nevada es muy grande, abarca más de 86.000 hectáreas. A ese puerto se accede desde La Calahorra, un coqueto pueblo con un precioso castillo -ornamental, no defensivo- y aunque el ascenso tiene decenas de curvas, como corresponde a una carretera de montaña, el paisaje es precioso.

Arriba, a dos mil metros de altitud, hay una zona recreativa ideal para hacer un pícnic y/o adentrarse por los senderos que parten desde allí, alguno de los cuales llega hasta Bayárcal, ya en la provincia de Almería. Un consejo imprescindible antes de subir es asegurarse de que el puerto está abierto, porque cuando nieva suelen cerrar la carretera.

Desde el Puerto de la Ragua, además, se llega hasta la zona donde confluyen las dos alpujarras, la granadina y la almeriense. Una excursión más que recomendable es tomar la ruta hacia Granada, atravesar parajes de ensueño, detenerse en Trevélez para probar su jamón -es un pueblo que huele a jamón, y esto va en serio- descender a pueblos donde la Alpujarra se conserva casi virgen, como Mecina Fondales o Atalbéitar, y por supuesto visitar el Valle del Poqueira. Aunque con seguridad va a estar muy concurrido, merece la pena porque Pampaneira, Bubión y, sobre todo, Capileira, son pueblos encantadores.

Por ese camino, lleno de curvas y donde es casi imposible meter la cuarta marcha en el coche, se llega hasta Lanjarón y de ahí a Granada. Pero el último desvío, el de la autovía, conduce también a otra zona encantadora llamada Valle del Lecrín, que no tiene tanta fama como la Alpujarra pero que no conviene pasar de largo.

Se trata de un grupo de pueblos pequeños -Restábal, Melegís o Saleres, por citar tres- que seguramente habrían desaparecido de no ser por el turismo rural y por el empeño de algunos, sobre todo extranjeros, en restaurar viviendas antiguas y convertirlas en su segunda y hasta en su primera residencia.

Son unos privilegiados porque viven en un remanso de paz, rodeados de una exuberante vegetación, con árboles frutales por todas partes y con la posibilidad de acometer excursiones tan interesantes como la del Barranco de la Luna. Quien se anime a esto último, que tenga en cuenta que los excursionistas no pasean junto al río sino dentro de él. Conviene mucho llevarse botas y ropa impermeable.

En cuanto a Granada capital, poco queda por decir que no se haya dicho ya sobre su ambiciosa campaña 'Vives la Navidad, vives Granada', la iluminación navideña, los más de dos millones de puntos de luz, los espectáculos de luz y sonido que se hacen todas las tardes en la Plaza del Carmen y en el edificio Zaida, junto a Puerta Real, o los puestos de productos navideños de la Plaza de Bib-Rambla o la Carrera de la Virgen. Y hay belenes por todas partes.

Actividades todas ellas que se pueden hacer antes o después de tomarse unas tapas. Porque Granada, como todo el mundo sabe, es el sitio donde te dan la tapa con la consumición en los bares. Ahora bien: ¿dónde están las que merecen la pena? Es cuestión de buscar. Hay guías especializadas y buscadores que las tienen ordenadas de mejores a perores, según los criterios de los consumidores. En este artículo no se va a mencionar ningún sitio en particular. Por evitar aglomeraciones, más que nada...