Una testigo del crimen de Baena vio saltar a un hombre al solar que daba acceso a la casa

La importancia de este testimonio radica en el hecho de que uno de los indicios incriminatorios que han llevado al acusado a sentarse en el banquillo fue precisamente una gorra con ADN hallada en el lugar del crimen. A la testigo, que aseguró hasta dos veces que «la persona que vio saltar la tapia no llevaba gorra», no le sorprendió el suceso porque era cada vez más habitual que gente accediera a ese solar abandonado. No le dio mucha importancia hasta que se enteró del crimen de doña Joaquina , de 83 años.

La segunda sesión del juicio transcurrió sin que se despejaran muchas dudas, porque la mayoría de los testigos no recuerdan exactamente en qué punto se encontraban ese fatídico 23 de abril en Baena. La cuidadora de la víctima que iba todos los días a limpiar a su casa de 8.00 a 9.30 de la mañana declaró que el mismo día de los hechos, un amigo del hijo de Joaquina que vivía con ella, ya fallecido, llamó a la puerta y ella le abrió con el permiso de la víctima. Este hombre también declaró como testigo que él desconocía que el hijo de Joaquina estuviera en el hospital, y que se enteró cuando éste le llamó para pedirle que fuera a su casa a por un cargador del móvil y que le pusiera con la cuidadora porque no tenía saldo.

También declaró la mujer que ayudaba a la víctima por Asuntos Sociales, que contó que se marchó de la casa estaba todo ordenado, en la mesa del salón sólo quedaban una tableta de pastillas y un mando de la televisión. Después, el amigo del hijo de la víctima se marchó de la casa y, tras él, la cuidadora cerró con llave la casa y dejó dentro a Joaquina. La cuidadora recuerda que ella sólo limpiaba las dependencias que usaba la mujer -que precisaba andador y estaba sorda- porque había habitaciones que por « salubridad » como el baño y la habitación que usaban el hijo y las personas «que iban allí a fumar no las tocaba».

Ese día hizo la cama y dejó todo recogido. La primera persona que encontró el cadáver de la anciana fue su hijo mayor. Normalmente su madre estaba acompañada por su otro hijo -que no tenía relación con su otro hermano- pero al saber que estaba hospitalizado sobre las 18.00 horas fue a llevarle la comida , antes de ir por la noche a acostarla. Al abrir la puerta encontró el cuerpo de su madre tendido en el suelo. «Le vi los pies y un cojín tapándole la cara». «Dejé ahí tiradas las bolsas; retiré el cojín de la cara de mi madre, vi que tenía algo en el cuello y en la boca como metido y fui rápidamente a avisar a mi vecina para que llamáramos a los servicios de emergencia y la Guardia Civil», recuerda el hijo de la víctima.

«Estaba vestida, llevaba un pantalón y se le veían los calcetines», aclaraba también la vecina. Esta mujer que llevaba más de 43 años junto a la víctima reconocía ante el tribunal del jurado que la casa de Joaquina cuando estaba su hijo «era una feria donde entraban lo que usted no se imagina», refiriéndose al trasiego de drogadictos que iban a fumar revuelto con el hijo de la víctima. «Su hijo la maltrataba física y psicológicamente y le robaba; era pobre, no tenía nada de comer, yo le daba de todo», aseguraba ante el jurado. Por su parte, otro de los testigos, un hombre mayor que les ayudaba buscándole trabajo al acusado en el campo o haciendo pequeñas chapuzas no pudo concretar si ese día en el que murió Joaquina el acusado estaba o no en la aceituna , pero por las fechas, en abril, aseguró podrían estar con la quema de ramones del olivar.