El primer candidato

De todos los congresos que sucederán, antes o después, es el del PSOE el que se antoja como más interesante. Los socialistas cordobeses conforman una de las agrupaciones provinciales que han mantenido una fidelidad numantina a Susana Díaz. Como es sabido, la purga de Mario Jiménez (que hizo tándem con la expresidenta como dirigente cualificado) supuso la ruptura de la disciplina de Huelva resquebrajando el muro. Los socialistas presentan en estos momentos una situación peculiarísima en toda la historia autonómica. Perdido el poder autonómico, su relevancia languidece al no haber afrontado ni un nuevo liderazgo ni un discurso adaptado a las circunstancias.

El papel orgánico de influencia de los socialistas andaluces (facción auténtica) sobre el Gobierno de Sánchez se reduce a cero. El PP se ha asentado de forma rápida en el papel de partido alfa de Andalucía eliminando de la agenda toda arista que pudiese causar miedo. Al PSOE le queda, sin embargo, una fuerte implantación territorial y la esperanza de que la guerra civil entre el Frente de Liberación de Judea y el Frente Popular de Judea (IU, Podemos, Anticapitalistas y todo ese rollo) se aplaque algún día y les dé la oportunidad de volver al poder vía acuerdo de coalición que con Díaz al frente es mucho más difícil.

Hace apenas unos años, el sector sanchista del partido en Córdoba cabía en un taxi . Eran unos pocos pero animosos militantes que pintaban en el partido lo que Jacinto en su boda. La presencia de algunos de ellos en cargos institucionales, como dos ministros, ha elevado rápido la influencia. La dirección provincial empezó ignorándolos de forma soberana hasta que eso fue inviable. La vicesecretaria general, Lola Amo , y el hombre de José Luis Ábalos en Córdoba, Rogelio Palacios , empezaron a despachar asuntos de forma coordinada. Al menos, a escuchar sus respectivos puntos de vista frente a la anterior situación de conflicto que llegó a la inédita modificación de las listas electorales ejecutada por Carmen Calvo.

Esa comunicación tiene visos de cortarse en cuanto se sepa a ciencia cierta la fecha de los respectivos congresos. Los sanchistas llevan meses, muchos, intentando convencer a destacados cargos institucionales del partido, alcaldes sobre todo, de que la verdad y el camino están en la línea de Pedro Sánchez . Aquel que fue descabalgado en una ejecutiva federal ordenó penetrar en las estructuras mismas del oficialismo andaluz con un trabajo paciente, de persuasión, que ha de fructificar en candidatos alternativos válidos y en agrupaciones de relevancia con delegados dispuestos a levantar la mano cuando toque. Como ha ocurrido en tantas ocasiones, absténganse los tibios, los que se han puesto de perfil, cuando llegue el momento. En una batalla, el peor sitio para estar es en medio.