Pretérito imperfecto
Yo no soy Greta Thunberg
Greta Thunberg
Cerca de un centenar de menores con importantes problemas esperan a que los servicios técnicos de la Junta de Andalucía los atiendan y protejan. Las diferentes circunstancias de cada uno (trastornos, maltrato, desestructuración familiar...) aconsejan que la demora no se alargue en ... el tiempo para no incurrir en un mayor riesgo del que ya tienen. Al otro lado de la barrera aguardan familias que los tutelan o centros públicos y concertados que trabajan con ellos para salvarlos de un precipicio que se aproxima. El embudo es manifiesto, contrastado. A este colapso , del que ustedes han tenido noticias en este periódico, se suma otro atasco por otro canal: el de los menores inmigrantes no acompañados (menas). Los mismos servicios de la Administración andaluza son los encargados de evaluarlos. Unos y otros crecen en número ante las puertas de unos equipos humanos mermados o saturados, cuestión que no comparten parcialmente los responsables en Córdoba de la Consejería de Política Social, Igualdad y Conciliación. No hace falta más personal, cuestión de prioridades. Los datos parecen llevarles la contraria. En los últimos años los menas asistidos se triplicaron y el volumen de menores no inmigrantes que precisan ayuda creció un 50 por ciento.
Hace dos años, la avalancha vivida en verano por la entrada masiva de migrantes en las costas andaluzas puso en paños menores una red de acogida sobre la que se volcaron todo tipo de promesas y trapos calientes que se han ido enfriando. Huelga recordar los espacios municipales que tuvieron que habilitarse después de llevarse por delante el espacio que quedaba en los centros de menores... La situación se está intentando paliar y, de hecho, en Lucena está a punto de abrir sus puertas un centro exclusivo para menas que ha sido pasto de la controversia social. Menores con problemas son todos, y a todos, en su justa proporción, hay que asistir. Tampoco nos vale desvestir un santo para vestir otro. Y por encima de amagos sectarios y elocuencias oportunistas, la coyuntura habla por sí misma y pone sobre la mesa de los responsables políticas la necesidad de no bajar la guardia ni mirar de soslayo a un problema grave y piramidal. Porque cuando se tira del interior de estos niños en el diagnóstico, detrás viene el retrato crudo y gris de la sociedad que estamos sufriendo. La misma de la que recibimos a diario «inputs» descorazonadores. El aumento de la violencia filio-paternal, como también reveló ABC estos días. O el fracaso escolar casi endémico que revela el último Informe PISA para Andalucía en materias como las matemáticas o la ciencia. Si cuando gobernaba el PSOE la Junta de Andalucía éramos severos en la crítica por estos datos, no se puede exigir menos a quienes les toca ahora cambiar ese rumbo y antes también reprocharon esas lagunas de un sistema que sigue siendo pobre en la inversión y no está en la centralidad absoluta del debate responsable. Sí en el ideológico, como se presume con el arreón del «Gobierno Frankenstein».
Omnubilados por la burbuja mediática de la niña sueca Greta Thunberg , a la que la revista «Time» colocó en su portada denominándola «la líder de la próxima generación», a la que loan en romería por los pueblos de las Españas como modelo universal, y a la que sus padres (un actor-productor y una cantante de ópera suecos) parecen haber sabido reorientar, afortunadamente, de sus recientes diagnósticos de Asperger , trastorno obsesivo compulsivo y mutismo selecto, sólo cabe pedir que el foco se reparta hacia aquellos que no serán Greta y aún puedan liderar, al menos, sus propias vidas.
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