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Pretérito imperfecto

Carreteras secundarias

Costó más de una década ver la autovía a Málaga y, francamente, no hemos vuelto a ver una autovía

Inauguración del tramo lucentino de la Autovía del Olivar Valerio Merino
Francisco Poyato

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Si en Córdoba se hubieran hecho nada más que la mitad de los kilómetros que nos deben de carreteras, otro gallo nos cantaría. Siendo una de las provincias españolas con más vías secundarias -la honrilla se la lleva Galicia-, nadie nos puede negar ... que tenemos apego histórico por los arcenes estrechos, las colas tras los camiones o los tractores, y los asfaltos en mal estado. Nuestro sino siempre fue ese. Costó más de una década que nos hicieran la autovía a Málaga, por la que ahora el Gobierno que nunca deja atrás a nadie nos va a cobrar hasta por parar de manera irremisible ante un apretón mayúsculo. Y, francamente, no hemos vuelto a ver una autovía desde entonces, salvo aquel trocito de paraíso que el señor de los ERE, José Antonio Griñán , nos regaló en 2009 cortando la cinta de un pequeño tramo de la Autovía del Olivar entre Lucena y Cabra. Somos de carreteras secundarias, definitivamente. De tardar más tiempo en hacer economía, de tomarnos las cosas con calma, y según la maldición que nos toque gobernando, así tendremos gloria o castigo. De tragárnoslas dobladas sin rechistar mientras nos hacen la envolvente en la provincia de al lado. Pero, oiga, nada como ir a Espejo a comprar chorizos de los buenos por esa infame nacional que llevamos a fuego en nuestra paciencia.

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