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Se mantiene la superficie de cultivo

Los leñosos han aumentado ligeramente, un 1%, hasta los dos millones de hectáreas, de las que más del 80% corresponden a olivar

Afilados dientes de sierra para el aceite de oliva

Dos agricultores varean olivos en la campiña cordobesa abc

Juan Quintana

Córdoba

El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha hecho pública la 'Encuesta sobre Superficies y Rendimientos de Cultivos de 2022'. Según este estudio, en nuestro país la superficie de cultivo ha sufrido un ligero descenso del 1% desde 2018, situándose en 2022 en 16, ... 8 millones de hectáreas.

Si se analzan los últimos diez años, también se ha mantenido bastante constante, aunque ha experimentado una ligera reducción del 1,4% En Andalucía la superficie de cultivo se ha mantenido estable en la última década, con algo más de 3,5 millones de hectáreas, si bien es cierto que los leñosos han aumentado ligeramente, un 1%, hasta los dos millones de hectáreas, de las que más del 80% corresponden a olivar.

Por su parte, los herbáceos se han reducido casi en un 6% ocupando en la actualidad 1,13 millones de hectáreas. Son datos relevantes, porque en la última década se han generado o consolidado problemas relevantes para el sector. Algunos son coyunturales, como la subida de los costes de producción sin repercusión y la consecuente reducción de márgenes; pero otros estructurales, como el envejecimiento de la población activa, el cambio climático, e incluso la modificación de hábitos de consumo.

A pesar de ello, la actividad agrícola no se abandona y nuestros campos siguen estando en producción. Es una muestra de la fortaleza de este sector, de la perseverancia y resistencia de los productores.

También de que, a pesar de todos los vaivenes, el campo sigue siendo rentable, si bien es cierto que cada vez menos y dependiendo en buena parte de las ayudas de la Política Agraria Común (PAC). Veremos si dentro de otra década, como esta nueva PAC mucho menos productivista, la agricultura va a seguir siendo tan viable.

Algo difícil de creer, salvo que se disparen los precios de los alimentos o se opte por aumentar las importaciones desde zonas de producción que incumplen los principios medioambientales que la Comisión Europea exige a nuestro agricultores.

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