El gas estrangula a los fertilizantes

España no tiene un problema de abastecimiento de gas para su fabricación como consecuencia del conflicto ruso-ucraniano, ya que lo tenemos resuelto a través del gas argelino y por nuestra alta capacidad de transformación, almacenaje y distribución.

Sin embargo, sí estamos afectados por la subida generalizada y acelerada de su precio y por la localización de nuestros principales competidores, que operan fuera de la Unión Europea (UE) y, por tanto, no están sujetos a las estrictas políticas de reducción de carbono.

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Por ello existen unos aranceles a la importación que protegen a la industria europea. Diferente es la perspectiva de los agricultores, a los que se les ha disparado el precio de este input. Solo en 2021 subió por encima del 70%, lo que implica más del 14% de incremento en sus costes.

Ante esta situación, a finales de julio la Comisión Europea propuso la supresión temporal hasta finales de 2024 de los aranceles para la importación de algunos productos necesarios para su fabricación, como la urea y el amoníaco anhidro. Ahora las organizaciones agrarias europeas piden que también se haga extensivo a otros fertilizantes de amplio uso y que se levanten las medidas antidumping sobre las importaciones desde EE.UU y Trinidad Tobago, uno de los grandes productores y exportadores a nivel mundial.

Esta decisión y su posible extensión a nuevos productos es un buen espaldarazo de las autoridades europeas al sector, que así puede ver amortiguado el impacto. Sin embargo, para nuestra industria productora la perspectiva cambia, ya que se facilita la entrada en el mercado de fertilizantes a un precio más barato restándonos competitividad. Nunca llueve a gusto de todos.