PASAR EL RATO
La oposición como problema
Núñez, llamado Feijóo, me parece un candidato desconcertado
A las ruinas de Córdoba (14/5/24)
Córdoba
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Iniciar sesiónTambién este artículo se va a la Feria. A la Feria de las Vanidades, donde pasan el rato tantos desocupados con cargo público. Sánchez triunfante, Núñez menguante, Abascal tronitonante, Puigdemont fugitivo, Illa cautivo, Yolanda miseranda, y gente así, cuya única gracia es nuestra falta ... de exigencia. «Cuanto más conozco a los candidatos, más admiro a los electores», escribió El Roto. Cuando el PP gobierna, procura no hacer ni decir cosas que puedan molestar al PSOE, para no parecerle de derechas. Y cuando el PP está en la oposición, procura etc. etc. Y el cruel PSOE, ignorando tan grande sacrificio, no sólo considera al PP de derechas, franquista y fascista, sino gilipollas, además.
La especialidad del PP es oponerse a sí mismo, sobre todo cuando está en el Gobierno. El peor enemigo del PP es el PP. Por eso, el principal problema de España no es el Gobierno de Sánchez, sino la oposición de Núñez Feijóo. Si hubiera en España una oposición al Gobierno con alguna firmeza, con algún criterio, con algún sentido de Estado, con algún conocimiento de la política, Sánchez triunfante estaría hoy haciendo de Koldo en una sauna de su suegro, que es el destino que mejor se ajustan a una personalidad como la suya.
Sin embargo, no sólo tiene el poder, y todo el poder, y cada día más poder, es que lo usa para oponerse a la oposición, a la que tiene anulada, de la que se burla y a la que humilla. Mientras, Núñez y el musculoso Abascal protestan, presumen de no se sabe qué, y miran a los periodistas y a los jueces, porque alguien tiene que hacer el trabajo duro cobrando mucho menos. La hazaña más inteligente de Pedro Sánchez, y la más grave para España, ha sido acabar con la idea misma de derecha política, de la que el primero que se avergüenza es el propio PP. El ser del PP es un no ser. Por eso no consigue gobernar, porque no sabe adónde va. España no tiene remedio porque el PP no tiene el remedio. Ni lo busca, siquiera.
Núñez, llamado Feijóo, me parece un candidato desconcertado. Algodonoso, dubitativo, complaciente, a veces servil. Nunca ha ocultado su simpatía por el dominicano Felipe González, que no fue precisamente Churchill, De Gaulle o Adenauer, sin que le hayan faltado méritos. Muy de vez en cuando le suelta a Sánchez un pellizco retórico de madre abadesa discrepante, que ni sus hermanas de claustro se toman en serio. El resto del tiempo se mantiene fiel a su estilo, que es la cordialidad. Todo en él es cordial, desde el nacionalismo hasta el aborto, la oposición política, la educación o la agricultura. Ese hombre tiene la misma sensibilidad para lo importante que aquel escritor británico que se refirió a la Pasión y Muerte de Cristo como «los desagradables sucesos de Jerusalén».
A pesar de todo, no debemos minusvalorar al PP. Ha logrado sobrevivir al pobre Casado y su aceitunero altivo, y al frívolo Registrador de la Propiedad y la pequeña señora del bolso; políticos, o así, incapaces de grandeza. Si logra sobreponerse a la cordial inutilidad de Núñez Feijóo, ya nada podrá destruirlo.
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