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PASAR EL RATO

A las ruinas de Córdoba

Un perro en una calle vacía del Guadiato VALERIO MERINO
José Javier Amorós

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Esto se acaba. Córdoba se queda sola. Despidámonos. Alegrémonos de habernos conocido. Y hasta que nos volvamos a ver en los verdes campos del Edén. Adiós tranquilidad, adiós contento, / adiós fino, jamón, callejas, flores. / Adiós, árbol natal de ruiseñores. / Si digo que te ... quiero, no te miento. El bullicio de mayo nos hace perder la perspectiva de la soledad. Pero a Córdoba le queda apenas un siglo de estar habitada, si es que le queda tanto. En el último año ha perdido cerca de cuatro mil habitantes. Se han ido en busca de una vida mejor, que no es todavía la vida eterna. Lo cuenta este periódico, que lo cuenta todo, lo alegre y lo triste. Cuatro mil habitantes menos por año, cuyos huecos no se cubren. Con cuatro mil cordobeses se puede organizar una revolución anual, se pueden ganar unas elecciones, se puede crear un pueblecito ameno, con macetas en las calles y pantanos para el agua de lluvia.

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