pasar el rato
Clara
Tiene una personalidad medicamentosa. Cuando juega con ella, su abuelo se vacuna contra la psicopatología de la vida cotidiana
Córdoba
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Iniciar sesiónUn abuelo que haya conservado intacta su infancia puede describir, tal como es, a un niño. Mi admirado, mi admiradísimo Rainer Maria Rilke no fue abuelo, y por eso no tenía respuesta a su pregunta. Haber vivido unos meses en Andalucía no es suficiente ... para tener las cosas claras. ¿Quién podrá describir, tal como es, a Clara? Yo, maestro, porque no soy un genio, sólo un niño desconcertado que ha cumplido muchos años.
O un viejo sentimental que ha vivido toda su vida hacia atrás, no veo dónde está la diferencia. Hoy se viste la columna de tercero de primaria, con las líneas de distintos colores y las metáforas patinando sin protección por los patios de la retórica. Algún adjetivo se hará pedacitos entre las ruedas, para alivio del sustantivo.
Había una vez una niña que se llamaba Clara.
-¿Esa soy yo, abuelo?
–Todavía no podemos saberlo, el cuento no ha hecho más que empezar.
- ¿Y qué le pasa a Clara, abuelo?
–Nada, que es una niña. ¿Te parece poco?
– A mí sí, yo quiero que le pasen cosas.
–Le pasarán si
cierras los ojos y te duermes. ¿Quieres que te cante?
–No. Quiero que me cuentes el cuento de Clara.
–Había una vez una niña que se llamaba Clara, a la que siempre le estaban pasando cosas…
Clara es cordobesa, empecemos por el principio. Y después de escribir eso, se abren los cielos y se oye la voz de un actor clásico, que recita: Estas son Córdoba y Clara, muy amadas, en las que tengo puestas todas mis complacencias. Porque para el abuelo de Clara, Córdoba es cuarenta veces cuatro Patrimonio de la Humanidad.
Pero Clara es la Humanidad. Clara es naturalmente risueña, y eso hace más llamativas sus lágrimas, que encogen el corazón. Tiene una personalidad medicamentosa, de manera que cuando juega con ella o le cuenta un cuento, su abuelo queda automáticamente vacunado contra la psicopatología de la vida cotidiana. Aunque es una niña, ya tiene la costumbre de la felicidad, porque toma las cosas como vienen y no guarda agravios en su alma.
Hasta que ella no aparece, la familia no está constituida, no es propiamente una realidad. La misión de su abuelo en este mundo es esperar a que ella llegue. Nada más. Clara razona con el corazón, y por eso se hace muy difícil rebatir sus puntos de vista.
Es con el corazón que va educando a su abuelo, enseñándole a ser abuelo, devolviéndole su infancia feliz, como también enseña a sus padres a ser padres y a crecer adecuadamente, como adultos instalados en su infancia. Ella estimula el fondo mejor de quienes la tratan. Donde Clara está, todo lo que el mundo necesita para ser un lugar perfecto, está. Abuelo, abuelo, sigue contándome el cuento. ¿Qué más le pasa a Clara? ¡Abuelo!
A la nanita, nana, / nanita ea, / mi abuelo se ha dormido , / bendito sea. Clara.
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