Perdonen las molestias

Edén fiscal

Tú le robas contribuyentes a Cataluña y Portugal, que también se ha abonado a la subasta tributaria, te birla contribuyentes andaluces

El cogobierno aprueba una cuarta bajada fiscal «prudente» y congela las tasas

Lo que el señor presidente de la Junta de Andalucía pidió la semana pasada con toda pachorra es que las empresas andaluzas corran a tributar en Luxemburgo y Andorra. Por poner un ejemplo. Lo dijo con ese talante moderadito y de buena persona, ... que tanto gusta a las suegras de la comunidad autónoma. Pero lo dijo. Quizás no quería afirmar lo que afirmó, pero en esta alocada subasta impositiva por la que se ha deslizado el planeta quien no corre vuela.

Cuando tú pides que los empresarios catalanes vengan a tributar al edén fiscal andaluz porque acabas de suprimir el impuesto de patrimonio, en realidad, estás animando a los empresarios andaluces a que busquen otros jardines tributarios más económicos. Que los hay. Porque oiga: siempre habrá un territorio en el mundo que practique el dumping fiscal con más garbo que tú.

La ley de la selva tributaria es así. Tú le robas contribuyentes a Cataluña y Portugal, que también se ha abonado a la subasta tributaria, te birla contribuyentes andaluces. De manera que los grandes capitales internacionales se están dando un festín de tres pares de narices gracias al mercadillo de barrio en que estamos convirtiendo la hacienda pública.

Los gurús de la cosa lo llaman libre competencia de mercado. Y oiga: quizás. Aunque por ese caminito vamos directos al desmantelamiento de la progresividad fiscal, que, hasta antes de ayer, era la clave de bóveda del Estado de derecho y social que consagra un librito muy manoseado en estos últimos años conocido como Constitución de 1978.

Luego hay una derivada también muy simpática. Si hay una vía para desarticular España, esa es, sin lugar a dudas, la guerra fiscal entre comunidades. Por ese lado, nos desconcierta que el señor Moreno Bonilla, como antes la señora Ayuso, tan indiscutiblemente patriotas, se lancen con entusiasmo a descuartizar el país a machetazos tributarios. Debe de haber una explicación que se nos escapa. No nos cabe la menor duda.

Hace apenas un año la OCDE, que no es una oenegé desmelenada, acordó fijar una tasa mínima del impuesto de sociedades. De manera que mientras por arriba intentamos tejer la armonización fiscal, por aquí abajo la vamos deshilachando. Muy bonito todo.

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