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Enquiridión

Horas bajas

La campaña ha sido pobrísima, tanto si se mira a los partidos como a los medios de comunicación

Álvaro Delgado Gal

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La campaña se ha cerrado con un episodio grave (el lío del voto por correo) y dos eventos cómicos: el mitin de Zapatero en San Sebastián a principios de semana y la afición a la plancha de Yolanda Díaz. Hemos sabido, durante el debate a ... tres del miércoles, que a Yolanda le priva planchar. Después del trabajo y para relajarse, plancha lo que se le ponga por delante. Una, dos, tres horas. Frenesí provocado por un esfuerzo sintético: el de combinar el homenaje al obrero con la exaltación de la mujer, el nuevo sujeto revolucionario de la izquierda. Yolanda no ha incluido aún a otros colectivos, verbigracia, las gentes del campo. Pero denle tiempo y comprobaríamos que no solo plancha, diariamente, horas y horas, sino que lo hace con un sombrero de paja, como el que gastan las espigadoras en lo fuerte de la canícula. Todo es elemental, fraudulento, penoso. Y máximamente conturbador cuando se repara en que la persona en cuestión aspira al tercer puesto en las elecciones generales. De modo que lo cómico, a fin de cuentas, no es tan cómico.

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