Relevo en el cortijo
Hace tiempo, al menos seis meses, que Zapatero había decidido promover el relevo de Manuel Chaves en la Junta de Andalucía . Lo dejaba caer en privado, a su manera elíptica –«Chaves es el pasado»—pero todo el mundo sabía que se trataba de ... una decisión tomada y reforzada ante las encuestas que vienen estrechando la diferencia con el Partido Popular. Sólo la resistencia del interesado, decidido a continuar o al menos, a cerrar hasta última hora el debate de su sucesión, venía aplazando la cuestión en el trantrán del partido. ZP tomaba decisiones que dejaban a Chaves en el alero -el nombramiento como ministra de Bibiana Aído , por ejemplo-, y el presidente andaluz sacaba músculo para dejar clara su independencia de criterio y su fuerza en la organización más numerosa del PSOE.
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La remodelación del gabinete ha permitido a Zapatero mover la pieza que deseaba, en busca de un mayor peso político en el Gobierno central, que pasa por un rescate de las figuras aún activas del tardofelipismo. Una vicepresidencia de coordinación autonómica permite al «virrey» andaluz poner un broche a su larga carrera sin acabar como ministro raso, cargo que no deseaba y que ya había desempeñado con González. Puente de plata para una transición ordenada en Andalucía, y con tiempo por delante.
Mar Moreno, la candidata
El presidente ha permitido asimismo a Chaves pilotar su sucesión, con la designación al frente de la Junta de José Antonio Griñán, otro veterano del felipismo; persona sensata, culta y dialogante, actual vicepresidente económico y hombre de gran preparación y serenidad. El relevo deseado por Zapatero, María del Mar Moreno -típica política zapaterista: liviana, feminista y joven-, está poco maduro para un marco sociológico tan tradicional como el andaluz. Pero es, o al menos era hasta ahora, la apuesta de futuro de ZP, que desea un candidato/a joven para frenar el ascenso de Javier Arenas, a quien los socialistas tratarán de presentar como otra reliquia del pasado una vez que han retirado del primer plano al eterno presidente. En ese sentido, Griñán no parece más que una figura de transición: tiene casi la misma edad que Chaves y está al final de su propio trayecto. Los próximos movimientos del tablero darán las pistas de la situación: tiene que haber un congreso extraordinario del PSOE regional, y si Moreno es la nueva secretaria general la cuestión quedará aclarada. Otra posibilidad es que Griñán le conceda un cargo prevalente en su equipo para rodarla y hacerla visible como futura candidata, pese a haber abandonado el Gobierno de la Junta para incorporarse a una secretaría federal hace pocos meses, y tras apenas un trimestre al frente de Obras Públicas.
Queda una pieza por encajar: el poderoso vicepresidente Gaspar Zarrías, que maneja con mano firme los hilos de gobierno y partido. Zarrías, el capataz plenipotenciario del «cortijo» chaviano, sin cuyo visto bueno no se mueve una hoja en el poder andaluz, fue el mentor político de María del Mar Moreno en su feudo de Jaén, pero en los últimos meses parece haber dado muestras de estar pensando en su propio futuro, y no está claro que no albergue aspiraciones propias. Su peso en el partido es notable. Tan notable como el desconcierto de los chavistas ante este inesperado sesgo de los acontecimientos, que puede desestabilizar una eficaz maquinaria política instalada hace años en la cómoda rutina de la hegemonía. Y poco amiga de las sorpresas.
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