Solbes se sale con la suya
Negó durante meses la crisis, advirtió después que ya no quedaba margen de maniobra y comenzó a dar muestras de agotamiento: «A ciertas edades, uno piensa qué tiene que hacer en la vida», dijo, antes de reconocer que sentía «envidia» de Bermejo
Pedro Solbes ya no se molestaba en disimular el aire cansino que le acompaña allá donde va desde hace meses. El vicepresidente económico que negó la crisis y la recesión, y que se equivocó hasta el último momento en todas las previsiones económicas, se sinceró ... el pasado 23 de febrero en el Foro ABC, cuando afirmó que sentía «envidia» del ex ministro Mariano Fernández Bermejo, que acababa de presentar su dimisión. Un comentario que no gustó nada en el Palacio de la Moncloa. Para el presidente Zapatero, no era más que una broma.
Dos semanas después, Solbes rectificaba en el Congreso, atribuía el comentario a su «humor mediterráneo» y aseguraba que no quería irse: «Me siento cómodo y satisfecho de ser ministro de Economía y no tengo ningún deseo de dejar de serlo».
Pero nunca se desprendió de esa sensación de agotamiento, de falta de energía e incluso de ideas para afrontar una crisis que, una vez reconocida, pasó a ser «la peor» que había conocido desde que tiene uso de razón. «El Gobierno ya ha hecho todo el esfuerzo que se podía hacer», aseguró con un punto de resignación en febrero. El vicepresidente económico daba así por cerrado el grifo presupuestario para luchar contra una crisis que aún no ha tocado fondo.
Ante las elecciones generales de marzo de 2008, Solbes negó todo atisbo de crisis económica y llamó «antipatriotas» a los que alertaban de lo que se avecinaba. En el debate que mantuvo con Manuel Pizarro, frente a las advertencias de cataclismo, el candidato socialista aseguró que la situación era mucho mejor que la que se encontró el PSOE cuatro años antes. Luego siguió negando la crisis una y otra vez, con juegos semánticos hasta que la realidad se impuso con toda su crudeza en el verano. Ya en el mes de mayo advertía que los 400 euros agotaban el margen de maniobra para tomar otras medidas, y descartaba de plano que España fuera a entrar en recesión.
«Nunca negamos la crisis», se atrevió a decir en septiembre en el Congreso. A esas alturas, Solbes parecía ya un político amortizado... y cansado. «A ciertas edades, uno piensa qué tiene que hacer en la vida», aseguró.
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