ETA pierde sus prótesis

J. PAGOLA

MADRID. La ruptura de la tregua sigue pasando factura a ETA. Amputado por la cirugía jurídico policial su «brazo político» -Batasuna-, la banda ha perdido ahora una de sus prótesis -ANV- y en cuestión de días, incluso de horas, podría quedarse también sin ... la otra -PCTV-. Sin embargo, los etarras aún podrán mangonear con ambas en ayuntamientos del País Vasco y Navarra, así como en la Cámara de Vitoria. Ello porque el Ejecutivo de Zapatero permitió que se colaran en las instituciones, para favorecer y asentar el «proceso de paz».

Dinamitada la tregua, los días de estas dos marcas electorales de ETA-Batasuna están contados, porque una vez que se celebren las elecciones autonómicas vascas, si se mantiene implacable el Estado de Derecho, la serpiente etarra dejará de reptar por el Parlamento vasco.

Cada vez que ETA rompe una tregua acostumbra a declarar abiertos todos sus «frentes de lucha»: esto es, la «lucha armada» complementada con la «lucha de masas», la «lucha institucional» y la «lucha de makos» (el frente carcelario). También lo hizo cuando en junio de 2007 anunció que finiquitaba el fiasco del «alto el fuego permanente».

Pero la rápida reacción del Estado de Derecho, bien apoyado en los pilares que conforman las Fuerzas de Seguridad y la Justicia, se los está cerrando. La operatividad de ETA -«lucha armada»- está más que mermada gracias a la eficacia policial, aunque aún la fiera pueda dar zarpazos mortales. Su capacidad de movilizar -«lucha de masas»- no ya a la sociedad vasca, sino a un puñado de incondicionales, también está tocada porque el derrotismo, la desmoralización y el hastío se extiende inexorablemente en la «izquierda abertzale», presos incluidos, como una auténtica onda expansiva.

No tiene quien le venda

Con todo, los expertos en la lucha antiterrorista coinciden en que lo que más daño hace al conjunto del complejo ETA, lo que verdaderamente puede impedir la tradicional capacidad regeneradora que tiene la serpiente, es el desmantelamiento de su brazo político. Necesita que una trama cómplice justifique sus atentados y los contextualice para, a renglón seguido, chantajear con que la única forma de que no se repitan es con una negociación que resuelva el «conflicto vasco».

Si no tiene esta supuesta coartada, sus acciones criminales no tienen la rentabilidad política que pretenden los cabecillas etarras. Sin una Batasuna de turno, se acelera la deriva de la banda ETA hacia su «grapización».

Por otra parte, tradicionalmente, la banda terrorista no ha tenido problemas para sustituir al «Pakito», «Susper», «Txapote» o «Thierry» de turno. Entre otras razones, porque antes de su captura ya tenían asignado el relevo, de tal forma que el suplente asumía automáticamente las riendas.

Las caretas

Sin embargo, no puede improvisar ahora un entramado construido y asentado a lo largo de treinta años, que ahora se le viene abajo, pese a las artimañas ideadas en su día por un equipo de «asesores jurídicos» comandados por Íñigo Iruín y Jone Goiricelaia. En efecto, tras el ingreso en prisión de su «mesa nacional», en 1997, la entonces Herri Batasuna vio las orejas al lobo y se inspiró en el citado modelo que había diseñado ETA para sustituir cabecillas detenidos. Con la diferencia de que, en lugar de que el relevo fuera automático tras registrarse la caída, los letrados batasunos querían que fuera preventivo. Esto es, antes de la ilegalización de Herri Batasuna constituyeron Euskal Herritarrok y antes de que esta quedara fuera de la ley, se inventaron Batasuna. Y ese mismo «modus operandi» lo ha utilizado Batasuna para colarse en las elecciones mediante marcas electorales. Algunos ya han pedido la cabeza de Goirizelaia e Iruín, autores de la «obra de ingeniería jurídica» desbaratada en los últimos años por el Estado de Derecho.

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