Así se organiza la violencia antisistema
La oleada de protestas en Grecia se ha dejado sentir también en España. Los movimientos autodenominados antifascistas constituyen redes subterráneas frecuentemente conectadas internacionalmente entre sí a través de internet u otros canales. Tienen su propia iconografía, sus propios mártires, sus propios servicios de seguridad y un objetivo declarado: destruir el capitalismo. Para conseguirlo, muchas veces recurren a la violencia.
La ola de violencia que recorre hace ya más de una semana Grecia se ha dejado sentir en otros países europeos, como España, donde la semana pasada ciudades como Madrid o Barcelona fueron escenario de violentos incidentes. En la capital, una manifestación para la que ... no se había solicitado permiso terminó con una comisaría de la Policía Municipal arrasada y con daños en el mobiliario urbano. Episodios como este dan visibilidad a un fenómeno que permanece en la sombra hasta que esporádicamente emerge acompañado de la violencia. No es la primera vez que los antisistema convierten las calles de las ciudades españolas en el escenario de su particular «Intifada». Mientras eso no sucede, se atiende poco a la actividad de los grupos de extrema izquierda, como Arde Madrid, Bukaneros, habituales seguidores del Rayo Vallecano, o la Unión de Jóvenes Comunistas. Madrid no se ha librado de estos episodios violentos. En el año 2007, el barrio de Malasaña padeció la guerrilla urbana desatada por los antisistema y sus enfrentamientos con los agentes de Policía. Tampoco Barcelona se ha librado. Son frecuentes los incidentes que protagonizan en el marco de la guerra subterránea que mantienen en los barrios con los ultras de otro signo, con los neonazis. Así, el pasado verano, un grupo de jóvenes encapuchados atacó armado con hachas y bates de béisbol un vehículo ocupado por jóvenes neonazis vinculados a la organización juvenil de extrema derecha Combat España.
Rechazo a los «medios burgueses»
El hermetismo de estos grupos es total y la información que transmiten al exterior está rigurosamente controlada. Cuando se manifiestan, la mayoría van encapuchados y cuentan con un servicio de seguridad propio que se ocupa de alejar a la prensa. En las marchas que convoca la Coordinadora Antifascista de Madrid, este servicio de seguridad campa a sus anchas. Los efectivos policiales reciben la instrucción de permanecer alejados para no encrespar los ánimos de los antifascistas. Sólo a través de páginas como lahaine.org o nodo50.org se puede saber algo del ideario y de las acciones de estos grupos. Como atisbo de lo que mueve a estos grupos valga el propio título de una de sus webs predilectas: la haine, expresión que en francés significa el odio. Internet se ha convertido en una herramienta a la que recurren para difundir convocatorias y colgar documentos para consumo interno que conforman el aparato teórico de su lucha anticapitalista. En las casas que «okupan» está vetada la presencia de los medios de comunicación tradicionales. Los periodistas son, para estos grupos, «servidores de los medios burgueses» y, por eso, no les facilitan ninguna información.
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