Gibraltar, la oportunidad perdida del Brexit

La posición de ayer de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya , es síntoma de debilidad e impotencia. Fue firme en las formas y en las palabras, pero lo cierto es que España no dispone de una posición de fuerza. Es la confirmación de una oportunidad perdida, que se abrió de par en par con el portazo del Reino Unido a la UE, pero que se ha ido cerrando poco a poco por la inercia.

«Ambas partes mantenemos posturas irrenunciables» , aseveró tajante la ministra ayer en rueda de prensa, en la cuestión relativa a la soberanía del Peñón. Pero esa «postura irrenunciable» no fue una línea roja para un acuerdo global para el Brexit ni lo es ahora para un posible pacto específico sobre la situación en la que quedarán las relaciones entre España y la colonia británica. Hay mucho en juego, con 15.000 trabajadores transfronterizos a la espera del entendimiento.

Y ayer quedó patente, en la valoración que hizo la ministra del Brexit, que la movilidad entre el Peñón y el resto de la península ata de pies y manos al Gobierno respecto a la soberanía. La titular de Exteriores presumió en rueda de prensa del papel de Pedro Sánchez en el 2018, cuando «consiguió» que los asuntos que atañen a Gibraltar pasasen por la supervisión de España.

Es por eso por lo que Gibraltar es el único territorio que ha quedado fuera del pacto global, y por lo que ahora España se afana en conseguir un principio de acuerdo que desatasque la situación en el Peñón, ahora mismo única región abocada a un Brexit duro.

«Más allá de hablar de detalles específicos, tenemos la posibilidad de darle una gran fluidez a la movilidad entre personas y este es el deseo del Gobierno de España. Quiero insistir en la cuestión de soberanía. Tenemos una postura irrenunciable. También la tiene el Reino Unido, pero sin renunciar a estas pretensiones, deberíamos buscar simplificar la movilidad que afecta sobre todo a los ciudadanos en el caso de la frontera de Gibraltar», apeló ayer la ministra, relegando a un segundo plano el conflicto histórico por la soberanía.

La Comisión Europea, añadió la ministra, «estará dispuesta a incorporar cuestiones relativas a Gibraltar si España se lo pide» . Pero ella misma asumió que la voluntad y el deseo de España, incluso de la propia Gibraltar, no son suficientes para lograr el objetivo último del Gobierno: «Lograr la mayor fluidez posible y evitar una frontera dura en Gibraltar».

Tal y como reconoció, en la práctica todo depende del Reino Unido, a quien emplazó a llegar a un acuerdo en beneficio de todas las partes implicadas. «España perseguirá un acuerdo hasta el último segundo del año 2020. Por España no va a ser», insistía la ministra, antes de avisar de que el Reino Unido es el único que puede «evitar» un Brexit duro para Gibraltar.

El escollo ahora pasa por los controles policiales en puerto y aeropuerto, con la cuestión de la soberanía completamente fuera del debate y de las negociaciones. La ministra, cautelosa, evitó hacer alusión a las discrepancias, por respeto a Reino Unido, y remitió a sus conversaciones con su homólogo para prosperar en las negociaciones sobre el Peñón.

A falta de 72 horas para que concluya el año -y se cierre el plazo-, España no pelea por una de sus reivindicaciones históricas.