Los minoritarios rechazan el acuerdo si no hay un cambio de rumbo en la gestión

18/02/2010 a las 00:00h.

Escuchando a Zapatero, al finalizar el debate, referirse a la actitud de la mayoría de los grupos diciendo que habían estado «muy receptivos» a su oferta de Pacto de Estado, parecía que salía de un debate distinto al que se acababa de celebrar en el ... Congreso. Con la excepción de CiU, que dio una de cal y otra de arena, más de esto último que de lo primero -después de ser los primeros en participar en una reunión para llegar a un consenso-, el resto de los grupos minoritarios no estuvieron especialmente «receptivos» al acuerdo. Ninguno se entregó por completo a la causa, como el PNV; algunos pusieron sus condiciones, como fue el caso de IU; otros pidieron ya directamente elecciones anticipadas, como UPyD y ERC; y hubo algún otro como UPN, que directamente no prevé posibilidad alguna de acuerdo.

Sólo hubo una causa común: la necesidad de que Zapatero asuma el liderazgo de la situación. El primero en advertírselo fue el portavoz de CiU, Josep Antoni Durán i Lleida: «Hagamos lo que tengamos que hacer, con sacrificios, y cuanto antes mejor. Y hagámoslo juntos. A usted le corresponde, señor presidente, liderar el Pacto de Estado y evitar que la crisis económica sea sólo motivo de confrontación política, que es lo que sucede ahora».

Aunque el portavoz catalán reconoció su disponibilidad al acuerdo, señalando que «hoy ha abierto una nueva perspectiva», le pidió que pasara «de las palabras a los hechos» y afirmó que CiU «no quiere ser muleta de nadie, sino palanca del crecimiento».

«Medidas duras»

Su mano tendida no le impidió dejar de lado la crítica política, al señalar que no basta abordar la crisis con el discurso de que nadie va a perder sus derechos sociales. «Eso es pan para hoy y hambre para mañana. Necesitamos otro discurso, señor presidente».

Si la respuesta de CiU al pacto de Gobierno fue un sí sin condiciones, la del PNV si llevaba ímplicitas dos: «La seriedad y la lealtad», como dijo el portavoz vasco, Josu Erkoreka, que también aludió al cuestionado liderazgo del presidente: «Las medidas serán duras, antipáticas e impopulares, pero es usted quien ha de poner el cascabel al gato, que para eso es el presidente del Gobierno».

Erkoreka le pidió al presidente que dé la cara: «La tragedia griega es grave y preocupante, pero el Gobierno no puede escudarse en ella para desconocer su propio drama». Además, le reprochó su lentitud de reflejos para afrontar la crisis, al afirmar que «sus críticos tenían razón, que las reformas son imprescindibles y que hemos perdido dos años mareando la perdiz. Le vemos vacilar, dudando entre abrir los ojos o seguir con los ojos cerrados, sonriendo a las masas y entregándose a su aplauso».

La veda para reclamar elecciones la abrió el portavoz de ERC, Joan Ridao, que le increpó: «Escuche, gobierne y, si no, dimita o convoque elecciones» y advirtió a Zapatero de su «creciente bonapartismo» y de que está «atrincherado en el inmovilismo». Lo comparó con un «cocodrilo político con la boca muy grande para los discursos y orejas pequeñas para no escuchar». En la petición de elecciones le acompañó la portavoz de UPyD, Rosa Díez: «Deje a los españoles que decidan y convoque elecciones».

«Cambio de rumbo»

Quién habló claramente de un cambio total en su política económica para llegar a un acuerdo fue el portavoz del BNG, Francisco Jorquera, cuando le demandó «un cambio de rumbo» y reconoció que quieren el diálogo, pero con condiciones. En esta misma línea se pronunció la portavoz de Coalición Canaria, Ana Oramas, cuando dijo que «no vamos a dar un cheque en blanco al Gobierno para que siga con sus improvisaciones». E IU no se quedó a la zaga, Gaspar Llamazares se mostró dispuesto al acuerdo, «aunque no como lo plantea». Para el diputado de UPN, Carlos Salvador, «no hay consenso político posible», y la portavoz de Nabai, Uxue Barcos, consideró «urgente» articular una mayoría parlamentaria operativa».