«Mientras estuvimos allí se consiguió mejorar el bienestar de los afganos»
«¿Mereció la pena? Qué quieres que te diga, voy donde me mandan y cumplimos con nuestra misión»
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Iniciar sesiónDurante 19 años, 3 meses y 20 días un total de 27.100 militares españoles participaron en las distintas misiones internacionales que, con el paraguas de la OTAN, tenían como objetivo mejorar la seguridad de Afganistán, reconstruir el país y formar al ejército y ... fuerzas de seguridad para que los talibanes jamás regresasen.
Badghis, Herat, Mazar i Shariff o Kabul fueron enclaves estratégicos donde los soldados españoles se fajaron en la guerra más dura y agotadora de la historia de las misiones en el exterior. Y, nunca olvidemos, todo ello costó la vida a 104 efectivos y una inversión aproximada de 3.500 millones de euros.
El sentimiento de estos militares es de «inmensa tristeza», «sorpresa por la rapidez con la que se ha desmoronado el Gobierno afgano» y «orgullo» por haber contribuido a mejorar la vida de los afganos al menos durante el periodo entre 2002 y 2021, con altibajos y distintas misiones, y también acompañados por la acción de civiles y la cooperación española.
Las voces de tres soldados
ABC ha consultado a tres de esos militares que se curtieron en Afganistán. Todos en activo y habiendo pasado por el país centro asiático, piden conservar el anonimato. ¿Mereció la pena la misión española en Afganistán? , preguntamos.
«Mientras estuvimos, sirvió. Claro que sirvió. La situación del país y sus gentes mejoraron. Escuelas, hospitales, caminos, pozos, la situación de la mujer... fueron acciones que ayudamos a construir. También ofrecimos seguridad. Sin embargo, no se mejoró como se esperaba y lo peor de todo, y lo entiendes cuando estás allí, es que un país como Afganistán no cambia por que lleguen allí unos occidentales», relata un experimentado militar que participó en tres rotaciones como teniente de infantería, comandando convoyes de patrulla por caminos polvorientos entre Ludina, Moqur o Darre-bum, entre otros escenarios.
«El cambio era nuestra fuerza pero los pilares de su gobierno y su ejército eran de barro. Sabíamos que según marcháramos de allí, aquello caería pero nadie se imaginaba que sería tan rápido», prosigue en su explicación.
Sin embargo, esta militar distingue al ser preguntado si tanta «sangre, sudor y lágrimas» mereció la pena, a la vista de los acontecimientos: « Que quieres que te diga... Soy un oficial de la fiel Infantería española y voy donde me mandan y cumplimos con nuestra misión: en Afganistán, en Líbano, Malí, Irak, Kosovo o el ‘jodío’ fin del mundo. Pero es duro, muy duro y triste ver la situación actual de Afganistán», concluye.
El segundo militar consultado es un analista de Inteligencia que participó en la misión de la OTAN en 2019, más reducida ya y circunscrita a Kabul.
«Es obvio que los objetivos militares no se han conseguido, y en cierta manera podríamos hablar de una derrota de Occidente, pero yo no diría que el esfuerzo no ha servido para nada, creo que en estos años se ha influido en parte de la población afgana y mientras estuvimos allí se consiguió mejorar el bienestar de los afganos» , manifiesta compartiendo la misma opinión que su anterior colega.
«La esperanza es que en el futuro, ese grupo de afganos que creen en una sociedad mejor, más igualitaria y justa, puedan cambiar su país y sobre todo la mentalidad de sus compatriotas», abriendo así una puerta a una esperanza que ahora tiene color oscuro.
Respecto a una valoración estrictamente militar, la sensación no es de fracaso: «Al igual que en el resto de la misiones internacionales, el Ejército español demostró su compromiso con sus aliados, no perdimos ninguna batalla, y a nivel táctico solo se cosecharon éxitos; no obstante, a nivel estratégico las conclusiones serán muy diferentes».
La entrega de Bagram, clave
Sobre la abrupta caída del Gobierno y Ejército afgano, este analista de Inteligencia es contundente: «Nadie dudaba que sin el apoyo colosal de EE.UU. el Ejército afgano caería como un castillo de naipes. Desde mi punto de vista la clave fue la retirada de la misión contraterrorista que desde un principio se planeaba dejar de forma permanente en el país y la entrega de Bagram, enclave estratégico para operar en toda la zona y desde el cual volaban los medios de Inteligencia, Vigilancia y Reconocimiento, fundamentales para la supresión de los elementos violentos», explica.
Por su parte, el suboficial M. P. muestra su perplejidad por la rapidez de los acontecimientos: «Cuando nos fuimos de Afganistán sabíamos que algunos sitios podían caer, sobre todo las zonas más alejadas, pero no creíamos que con tanta rapidez y ciudades tan grandes e importantes. Ha sido demasiado rápida la caída del Gobierno afgano. Se trabajó mucho, durante mucho tiempo, dándolo todo por parte de cada uno de los que allí hemos estado. Muchos han dejado su vida allí», se lamenta tras ver de nuevo a los talibanes en el poder.
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