ENTREVISTA

Jordi Sevilla: «Habrá rescate de nuestra Banca y no será un desdoro»

Salió del Gobierno de Zapatero antes de que el tsunami del descrédito lo anegara todo, por lo que ahora se ha sentido con fuerzas para escribir el libro «¿Para qué sirve hoy la política?»

BLANCA tORQUEMADA

Ha recogido el guante de una editorial para darle la vuelta a su eterno sambenito político (el de la oferta, ante un micrófono abierto, de enseñar economía a Zapatero «en dos tardes») y está preparando para el próximo otoño un libro titulado precisamente así (« ... Economía en dos tardes») con el que intentará aligerar esa cruz y brindar, de paso, un manual digerible para legos. Entretanto, acaba de publicar el ensayo «¿Para qué sirve hoy la política?» (RBA), una reflexión sobre la necesidad de cambiar la actual «partitocracia» desde el posibilismo. Locuaz y extravertido, lamenta que al hotel donde se celebra la entrevista, situado en una de las Cuatro Torres del nuevo «skyline» madrileño, se le ocurriera instalar su cafetería en el sótano: «Tampoco aquí se ven las cosas con perspectiva».

-Su libro, aunque recién horneado, ¿no ha sido ya desbordado por los acontecimientos? Parece que cualquier política sirve para bien poco...

-En cierto modo sí, porque el libro lo que dice es que la política debería servir para que los seres humanos no perdiéramos el control de nuestras vidas, como sociedad. Y es verdad que con eso que llamamos «los mercados» da la impresión de que no sabes bien quién está empujando tu barca.

-¿Es ese timón ya irrecuperable?

-El problema es que en el camino a la globalización nos ha entrado mucho miedo porque nos ha venido una crisis muy gorda, y la reacción ha sido aferrarse a lo conocido, que es el Estado-nación. Nos hemos encerrado en él, pero el estado nación no tiene respuesta para problemas que son mundiales y globales. Pero cómo van Hollande, Merkel o Rajoy a decir a sus ciudadanos «lo siento mucho, pero no puedo hacer nada por ustedes, no está en mi mano». No estamos preparados para eso y nos mantenemos en la ficción de que el Estado-nación sigue funcionando.

-Es normal entonces la ola de profundo escepticismo.

-Pero si quieres cambiar las cosas, tiene que ser factible el cambio y ahí entramos en el campo de posibilismo, aunque dentro de ese posibilismo tengamos que ser audaces. Los ciudadanos deben superar el escepticismo, porque hay que tener muy claro que si no haces política, te la hacen. A pesar del deterioro de la situación y de que los partidos hayan dejado de ser un instrumento para pasar a ser un fin y de que la gente ya no esté en política para hacer cosas sino para ser alguien.

-¿Por eso reivindica la importancia de llegar con oficio a la res pública?

-Yo no quería ser político profesional en el sentido de alguien que vive de la política porque no tiene otra cosa que hacer. Tener otro soporte material y luego dedicarte a la política por convicción te da libertad. Pero no conviene generalizar, porque muchos de los que consideramos grandes políticos, desde Kennedy a Churchill, no se dedicaron a otra cosa en su vida. Y lo mismo podemos decir en España de Adolfo Suárez.

-Teoriza también sobre la «sociedad zapping».

-Porque hoy nada que no atrape en veinte segundos suscita interés. Y lo mismo sucede en el debate político.

-¿También en los liderazgos?

-Nuestra sociedad potencia unos hiperliderazgos que, cuando el líder deja de serlo, a los tres días nadie se acuerda de él. Son hiperliderazgos muy ficticios, muy basados en que ejercen el poder, no en que lo tienen. Es decir, Aznar o Felipe González tiene tienen «auctoritas». Otros exdirigentes no.

-Usted, que ha sido pionero en las redes sociales, las desmitifica.

-Fui el primer ministro con blog y soy tuitero compulsivo. Pero las redes sociales no son representativas y no debemos confundir el hecho de que cualquiera pueda opinar con que todas las opiniones valgan lo mismo. Ni es válido ese criterio cuantitativo de que el criterio de quien tiene mil seguidores es más importante que el de de quien tiene cincuenta.

-¿Se le pasa por la cabeza volver a la primera línea política?

-Alguna vez sí, y el que diga que no, no dice la verdad. Es como ser exfumador: aunque no fumas, te sigue apeteciendo. Pero se dan muy pocos casos en los que ese tipo de vuelta a la política es posible.

-¿Cómo hemos llegado a la catástrofe de Bankia?

-Ahora es fácil verlo, pero es verdad que en las Cajas de Ahorro hemos jugado con fuego. Yo he sido un defensor de las Cajas, y escribí un libro sobre su reforma con Luis de Guindos. En su momento no fui partidario de suprimirlas y convertirlas en Bancos, pero la gestión excesivamente político-partidista ha conducido a este deterioro. Además, algunos que no somos Zapatero hemos tardado mucho en reconocer la gravedad de la crisis. Y ahora están empeorando las cosas episodios de poca seriedad. Porque en un momento en el que está en cuestión la credibilidad de nuestras cifras no puede ser que en tres días la necesidad de fondos pase de dos mil millones a veinticuatro mil. También está habiendo errores no forzados, como se dice en el tenis.

-¿Habrá rescate?

-Creo que España va a necesitar mucho dinero para salvar la Banca y que vamos a tener que recurrir al rescate europeo del sistema financiero. Habrá que hacerlo y deberíamos asumirlo sin ningún desdoro

Artículo solo para suscriptores

Accede sin límites al mejor periodismo

Tres meses 1 Al mes Sin permanencia Suscribirme ahora
Opción recomendada Un año al 50% Ahorra 60€ Descuento anual Suscribirme ahora

Ver comentarios