Una iglesia reforzada ante el laicismo
Bertone deja claro que la defensa de los valores morales «no es un ejercicio de poder ni una injerencia» de la Iglesia en las competencias del Estado
Como aseguró ayer el propio secretario de Estado, el cardenal Tarcisio Bertone, su visita ha sido sin duda «provechosa para la Iglesia española, para la Santa Sede y para el Estado». Sin embargo, ha sido la Iglesia española la que ha salido sin duda reforzada ... del viaje del número dos de la Santa Sede, después de que su mensaje ante destacadas figuras de la realidad social, política y cultural de nuestro país, demostrara la sólida unidad de toda la Iglesia en la defensa de los derechos fundamentales de la persona humana. Con esta defensa firme del derecho a la vida, a la libertad de educación, a manifestar públicamente la fe, Bertone ha dejado claro que no se trata de un ejercicio de poder ni de injerencia de la Iglesia en las actividades legislativas como el propio Gobierno atribuyó a los obispos españoles por aquella polémica Misa por la Familia hace ya dos años. Se trata «de la afirmación y defensa de los grandes valores que dan sentido a la vida de la persona y salvaguardan su dignidad. Estos valores, antes de ser cristianos, son humanos, por eso ante ellos no puede quedar indiferente y silenciosa la Iglesia, que tiene el deber de proclamar con firmeza la verdad sobre el hombre».
La magistral conferencia de Bertone también ha dejado al descubierto que el presidente del Gobierno no ha podido engañar a nadie con el perfil institucional que ha querido darle a esta visita. Tras las conversaciones amables, ha quedado en evidencia la política de diseño de nuevos derechos que plantea Zapatero y que no tienen en cuenta siquiera el marco constitucional y jurídico de nuestro país, sobre todo en la reforma de la ley del aborto con la que pretende primar el derecho de la madre sobre el derecho a la vida del no nacido. También están ahí las acusaciones de adoctrinamiento que pesan sobre Educación para la Ciudadanía y el clima cada vez más hostil a la presencia de los símbolos religiosos y a la manfiestación pública de la fe.
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