La huelga es cosa suya

jesús lillo

Tienen un problema grande los sindicatos si, en términos escenográficos y de ocupación callejera, la suma de los conflictos laborales y sociales que actualmente están en cartel, que son unos cuantos, lo que se dice un no parar, supera de largo a lo que ellos ... siguen llamando una huelga general, una función de extrarradio y de carácter matinal que continúan programando para poner de manifiesto, empeñados en retratarse de la peor manera posible, su progresiva pérdida de credibilidad, seguimiento y penetración . Resulta demoledor que las todavía monumentales y aparatosas estructuras de los sindicatos de clase sean incapaces de aglutinar y reactivar un descontento que, casi de forma espontánea, a diario, sin tanta pancarta, subvención y publicidad gratuita , surge en cualquier lugar de España. Frente a los continuos movimientos de protesta registrados por los sectores y colectivos afectados por la crisis, la huelga particular de los sindicatos es una expresión de su lento desplome y su escasa musculatura, de un repliegue que confirma su inadaptación al medio.

La sociedad se basta y se sobra, sin los sindicatos, para protestar

Los sindicatos tienen un problema de grandes dimensiones cada vez que la sociedad, algo que sucede cada vez con mayor frecuencia, se arma de razones para salir por libre a la calle y hacer públicas sus quejas, con métodos y formas que tampoco los sindicatos del siglo pasado han sabido asimilar para sobrevivir o, al menos, ponerse al día e ir tirando. El fracaso de UGT y CCOO no es cuestión de números, sino de formas. La huelga particular de Méndez y Toxo no es un desastre en sí misma, que también, sino en función de lo que sucede cualquier día que no convocan un paro tan generalizado y fallido como el que nos ocupa y preocupa.

La convocatoria de una huelga general es, en las actuales circunstancias, un tiro en el pie de los sindicatos. Es tan grave la situación actual que la desmovilización que está marcando la jornada no hace sino proyectar la debilidad de quienes han convocado el paro. Ocho meses después de la anterior exteriorización sindical, CCOO y UGT han quemado un cartucho que ha terminado en petardazo y que, por simple estrategia, deberían haber reservado, como sus fuerzas, ya escasas. El resultado último de esta huelga particular, instrumento que los sindicatos habían explotado durante el siglo pasado por su excepcionalidad, no es otro que la normalización de un fenómeno , ya del todo ajeno, al que ha terminado por acostumbrarse la sociedad, que se basta y se sobra para quejarse sin ayuda de quienes desde el XIX habían sido sus representantes. La huelga general es cosa suya.

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