Guía para ser candidato de PP o PSOE

Tener popularidad, eso que se conoce como tirón electoral, tan necesario para mejorar las perspectivas de uno y otro partido, es algo que cuenta mucho menos.

Hay dos ejemplos palmarios de cómo los socialistas aplican estos principios. El más sangrante, el de Eduardo Madina, contrincante derrotado cuando se enfrentó a Pedro Sánchez por la secretaría general. No salió elegido en diciembre cuando iba de 7 por Madrid, colocado ahí por su rival para que, efectivamente, se quedara sin escaño. Y ahí quiere Sánchez que repita, pese a la insistencia de Susana Díaz que más bien parece interés en tenerle como su portavoz parlamentario si llega el caso de que ella se convierte en la nueva secretaria general del PSOE mientras conserva la presidencia de Andalucía.

Otro ejemplo: el de la lista por Barcelona. Lo primero que ha hecho Meritxell Batet tras ser designada (a dedo, nada de primarias) número uno en sustitución de Carmen Chacón ha sido sustituir al número 2, Maurici Lucena, un colaborador de la ex ministra de Zapatero, por el catedrático Manuel Cruz. ¿Es más conocido Cruz que Lucena? ¿Está mejor preparado para representar a los barceloneses en el Parlamento nacional? Su mérito es el de que resulta ser el más adecuado número 2 para la número 1.

En el PP rellenar los pocos huecos creados ha causado auténticos quebraderos de cabeza a la dirección nacional, en especial el del número 1 en la lista de diputados por Málaga, vacante por haberse impedido que José María García Urbano compatibilice el escaño con su profesión de registrador de la propiedad. En Sevilla y en Madrid los dirigentes populares reconocían que quien más votos obtendría sería la vicepresidenta del parlamento andaluz Esperanza Oña, pero al final la dirección optó por Carolina España. Celia Villalobos tenía el veto puesto a Oña. Y aunque sea la segunda, todavía manda.

Curri Valenzuela