El deporte español deja de ser el paraíso de los tramposos

Los rastros del pasado quedan suspendidos en determinadas imágenes que perduran sin remedio. La juez que dictó sentencia condenatoria contra el médico canario Eufemiano Fuentes en el juicio de la operación Puerto (un año de cárcel que no ha cumplido al carecer de antecedentes) no decretó lo que esperaba toda la comunidad internacional: la entrega de las bolsas de sangre en cuyo ADN viene reflejado ese periodo oscuro de la chapuza y la farsa. Estas sacas siguen almacenadas en un hospital de Barcelona a la espera de que los recursos puedan aclarar algún día quiénes eran sus propietarios.

La operación Puerto, el despliegue policial en la Galgo, los positivos de primeros espadas y una perpetua sensación de que los focos del dopaje apuntaban a España, cincelaron la ley antidopaje que entró en vigor en 2007 y que persigue, sobre todo, a los inductores y al tráfico de productos. Un deportista que se dopa no constituye delito penal en España, pero sí la administración o el suministro.

La mancha de esta sombra negra ha causado un deterioro notable al deporte español . Hace dos veranos, en Buenos Aires, las opciones de un Madrid olímpico en 2020 empezaron a difuminarse al no responder con contundencia Alejandro Blanco a una pregunta sobre el paradero de las bolsas de sangre y la consiguiente duda sobre la eficacia del antidopaje español. Entre eso y el «relaxing cup», Madrid se quedó sin Juegos.

Hace unos años se creó la Agencia Española Antidopaje. Tenía al principio un sentido didáctico y preventivo. Con el paso del tiempo ha llenado su función de contenidos y en la actualidad la ley le otorga la potestad de realizar y gestionar todos los controles antidopaje en suelo español.

Un precepto se ha impuesto en el mundo desconocido y anónimo de las agencias que velan por la limpieza en el deporte: menos controles, mucho más selectivos y, a ser posible, fuera de la competición, durante los períodos de entrenamiento de los atletas en su residencia o en su lugar de concentración. Es el tipo de intervención que reclama la Agencia Mundial y a ella se ciñe España.

El presente en este territorio apunta a la búsqueda de deportistas que generan anomalías o suspicacias en su trayectoria competitiva. Atletas con la vitola de sospechosos que lucen valores sanguíneos extraños en su pasaporte biológico, que oscilan o fluctúan, gente con el hematocrito elevado y que necesita verificar si ese margen es natural o artificial. Atletas que han sido señalados por otros colegas en las denuncias anónimas a través del buzón que la agencia española abrió hace tiempo.

Conciencia social de un tipo de corrupción

Es uno de los principales desafíos y todavía falta mucho por mejorar en este terreno. La sociedad española en su conjunto debe percibir el dopaje en su auténtica dimensión: es una forma de corrupción del deporte que perjudica los valores intrínsecos de cualquier actividad como modelo de referencia para los más jóvenes.

Grave daño para la salud del deportista

Entregarse al dopaje nunca sale gratis. Aún no tenemos una comprensión exacta del perjuicio para la salud que supone el consumo de sustancias prohibidas y la utilización de métodos fraudulentos. Tanto en lo que se refiere a deportistas profesionales como a los de nivel popular.

Rechazo de todos los protagonistas

Es primordial para combatir el dopaje una implicación activa de los deportistas profesionales, su entorno, las entidades deportivas, los organizadores de las competiciones, las instituciones y los patrocinadores. Entre todos hay que promover la prevención, el rechazo y la sanción del dopaje en el deporte.

Internet y las mafias internacionales

Hay que insistir en la persecución de los grupos criminales nacionales e internacionales implicados en la elaboración, fabricación, distribución y tráfico de sustancias y métodos prohibidos en el deporte, especialmente de los que operan a través de internet.

Aplicación de la normativa internacional

Muy necesaria la aplicación común y efectiva de las normas internacionales antidopaje con independencia de donde el deportista resida, entrene o compita. Las reglas deben ser las mismas para todos.

Pleno desarrollo del programa

El desarrollo de los programas antidopaje en todas sus áreas (educación, controles, investigación y procedimientos sancionadores) por parte de todas las organizaciones con competencias en antidopaje, especialmente las agencias nacionales y las federaciones internacionales. En este sentido es importante reducir los costes de los programas antidopaje incrementando su eficacia tanto en la prevención como en la reducción.

Soporte en los medios de comunicación

La colaboración con los medios de comunicación que permita fomentar una conciencia en la sociedad y en el mundo del deporte sobre los perjuicios que genera el dopaje en el propio deporte y en el tejido social.

Pasaporte biológico y dopaje genético

La implementación del programa del pasaporte biológico en todos los deportes y el desarrollo de los métodos de detección del dopaje genético.

Colaboración de agencias y gobiernos

Mejorar la colaboración y la coordinación entre las autoridades antidopaje internacionales y los gobiernos de forma que la lucha contra el dopaje se desarrolle de forma eficaz desde todas sus vertientes. Se ha demostrado en numerosas operaciones que los resultados mejoran cuanta más colaboración hay.

Atacar al entorno del deportista

Identificar, sancionar y aislar al personal de apoyo de los deportistas implicado sistemáticamente en prácticas de dopaje. Es el llamado entorno, que agrupa a asesores, preparadores o personal médico. Es muy necesario rehabilitar a los deportistas sancionados por dopaje que se arrepientan de su conducta y evitar que la repitan una vez finalizada la sanción o la trasladen a otros deportistas en el caso de que ocupen puestos de responsabilidad en el deporte (entrenador, personal federativo, etc).