Crisis en el «clan ambiciones»
La familia Pajín ha soñado durante 18 años con gobernar en el Ayuntamiento de Benidorm: exactamente desde que, en 1991, Eduardo Zaplana se hiciera con la Alcaldía mediante una moción de censura que desalojó del poder a los socialistas.
Desde entonces, los populares se han ... mostrado intratables en las urnas, encadenando una mayoría absoluta tras otra. La revancha de «los Pajines» se ha hecho esperar durante casi dos décadas: en este tiempo, la oposición desarrollada en el Ayuntamiento primero por José María Pajín (fue dos veces candidato a la Alcaldía) y luego por su mujer, Maite Iraola (como «número dos» de la candidatura encabezada por el socialista Agustín Navarro) no ha hecho mella en la hegemonía de los populares.
Pero la gran oportunidad de este matrimonio de profesores (José María y Maite también se han turnado durante años para asumir la dirección del colegio público Mestre Gaspar López de Benidorm) llegó cuando Rodríguez Zapatero se fijó en una joven forjada en la cantera de las Juventudes Socialistas y del movimiento estudiantil, que mostraba mucha soltura para defender las siglas del PSOE.
El meteórico ascenso de Leire Pajín, primero como secretaria de Estado a las órdenes del ministro Miguel Ángel Moratinos y ahora como secretaria de Organización del PSOE, ha convertido a sus padres en todo un poder en la sombra entre los socialistas de la Comunidad Valenciana.
Muy oportunamente, José María Pajín se acaba de jubilar como asesor de la Subdelegación del Gobierno en Alicante, donde se había convertido en la «mano derecha» de la subdelegada, Encarna Llinares.
Ya el pasado mes de agosto, la posibilidad de presentar una moción de censura en Benidorm abrió una grave crisis en el PSPV-PSOE de la Comunidad Valenciana. Su secretario general, Jorge Alarte, se mostró rotundo al garantizar que su partido no pacta con tránsfugas y amenazó con la expulsión a los doce ediles de Benidorm si llevaban a cabo su amenaza.
Sabiéndose respaldada por su hija, Maite Iraola se veía en la disyuntiva de dejar al pie de los caballos a Alarte o perder la que puede ser su última oportunidad de tocar el poder en Benidorm. La opción elegida, darse de baja como militante, no hace sino dejar en evidencia a Leire.
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