Hasta seis corrientes atomizan el separatismo tras su fiasco
La derrota separatista en otoño de 2017 ha atomizado el movimiento secesionista en una miríada de partidos y corrientes a menudo enfrentadas entre sí
Reacción, el 10 de octubre del 2017, a la suspensión de la declaración de independencia
Entre el inicio del 'procés' , con la primera gran manifestación de la Diada en 2012, y octubre de 2017, con el referéndum ilegal del 1 de octubre , el independentismo catalán fue un movimiento relativamente compacto ... arremolinado alrededor de lo que se denominaba 'la hoja de ruta' , un itinerario político a seguir para lograr la secesión que, si bien cambiante en función de las circunstancias, era más o menos asumido por los distintos grupos.
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Tras el 1-O , además de los partidos – ERC , Junts y la CUP –, el bloque se partió en varias facciones que con el paso de los meses y los años se han seguido atomizando hasta generar un panorama enormemente fragmentado por las luchas fratricidas, las viejas discrepancias, las diferencias estratégicas y las enemistades personales. A modo de guía antropológica, estas son las seis facciones del independentismo 'pos procés'.
Junts: puigdemontistas irredentos
La figura del expresidente Carles Puigdemont eclosionó tras su fuga de la Justicia a Waterloo (Bélgica). Desde un primer momento, el líder de Junts intentó generar a su alrededor un misticismo 'legitimista' que reforzara su personaje como máximo exponente de la causa en el 'exilio'. Con el paso de los meses fue perdiendo foco, aunque todavía hoy su influencia es muy importante tanto en Junts, partido que creó tras forzar la separación con el PDECat , como en ERC y la CUP. De hecho, ni en los momentos más tensos de las relaciones entre posconvergentes y republicanos los segundos se atrevieron a romper públicamente con el expresidente. El magnetismo de Puigdemont es tan fuerte dentro de su partido que algunos de sus diputados –como Albert Batet – han acuñado en el Parlament el término 'puigdemontista' para referirse a sí mismos.
El personalismo del exalcalde es importante también a nivel local y muchos concejales independentistas han aprovechado las recientes elecciones al Consell per la República para confirmar su afección al expresidente y asegurarse su bendición personal antes de las próximas elecciones municipales. El citado Consell, un artefacto para cobijar a los más adictos a Puigdemont, nació como un intento de armar una suerte de gobierno catalán en el exilio . No obstante, con ERC descolgado del mismo, ha acabado convertido en plataforma de promoción del expresidente fugado y del sector más 'hardcore' de Junts.
ERC: partidarios del diálogo
Aunque es mucho menos ruidoso que el de los puigdemontistas, este grupo marca en estos momentos los tiempos de la política catalana bajo el liderazgo del presidente de la Generalitat , Pere Aragonès , quien se autoclasifica como un 'independentista pragmático'. Para Esquerra , apostar por el diálogo sirve, sobre todo, para ganar tiempo y consolidar tanto la figura del republicano como el poder de su partido en la sala de máquinas del Gobierno catalán, presentándose, al fin, como un «partido de gobierno» que aspira a sustituir a la vieja CDC .
Los de Oriol Junqueras , además, defienden que la negociación de una solución pactada (que Junts y la CUP denuestan) permite dulcificar el independentismo ante los grupos de población más escépticos, paso imprescindible para «ensanchar la base» del soberanismo y superar el 50% de apoyo social, tesis que, en parte, también comparte Òmnium Cultural , la organización secesionista con más miembros. Por ello, hoy la obsesión de ERC es ofrecer un perfil moderado y pactista, sobre todo en el Congreso , que les permita seducir a bolsas de electores hoy resguardados en el PSC y los comunes de Ada Colau . La prueba de fuego de esta estrategia serán las municipales de 2023, donde los republicanos esperan recoger los frutos de su apuesta pescando en los caladeros de Junts, los comunes y el PSC y asentarse como fuerza hegemónica en la Cataluña 'pos procés'.
CUP, Arran, SEPC: anticapitalismo con entrada en Palau
Si un grupo ha sabido aprovechar la efervescencia del 'procés' para imponer su marco ideológico, ha sido la CUP. Los antisistema , que llegaron al Parlament en 2012 con tres diputados, hoy tienen 9 escaños. Su presión en el Parlament fue clave para que Puigdemont se lanzara a organizar el referéndum del 1-O , sin embargo, los esfuerzos del partido se han centrado, sobre todo, en el plano ideológico. Con su retórica encendida, los sucesivos dirigentes y diputados de la CUP han exigido una apuesta firme por la «unilateralidad» y el choque frontal con el Estado mientras ponían sobre la mesa políticas disruptivas en ámbitos como la economía o los Mossos , una de sus grandes fijaciones.
El gran fuerte de la CUP es su importante penetración social entre los jóvenes y en los 'movimientos sociales' catalanes ecologistas , antirracistas o a favor de la vivienda . En las elecciones del 14-F los antisistema recogieron casi el 25% de sus votos entre las personas de menos de 30 años. Su fuerza también se vehicula a través de organizaciones juveniles como Arran o el sindicato estudiantil SEPC , con mucha influencia en los campus públicos de la comunidad y protagonistas en los últimos 4 años de hasta 89 acciones violentas en Cataluña, tal y como informó ABC. Esta combinación de influencia institucional y conexión con la excitación callejera ha hecho de la CUP una de las facciones más resistentes ante la crisis actual del 'procés'.
ANC, CDR: 'octubristas', el legado del referéndum
Entre el entramado que se ha creado alrededor del 'procés' destacan, principalmente, la Assemblea Nacional Catalana ( ANC ) y los Comités de Defensa de la República ( CDR ), que nacieron como Comités de Defensa del Referéndum . Arietes del movimiento, junto a Òmnium, una organización que nació en 1962 con un marcado carácter cultural, pero que con el tiempo se ha convertido en una entidad netamente política. La ANC, liderada por Elisenda Paluzie desde marzo de 2018, es decir, tras el fallido intento de secesión de octubre de 2017, mantiene hoy una posición dura y defiende el unilateralismo como única vía posible para conseguir la independencia . Esto no ha impedido que un sector, minoritario y sin apenas músculo, decidiera escindirse de la entidad por considerar que, más allá de las proclamas, no se apostaba por dar pasos adelante a favor de la ruptura con España. Eran 'Donec perficiam' (hasta conseguirlo), los más arrojados entre los arrojados. Aunque la influencia de Paluzie y su entidad ha decaído, sigue siendo parte de la 'conciencia' que recuerda a Junts, ERC y la CUP el 1-O como momento fundacional de un protoestado. Por su parte, los CDR, activos en las guerrillas callejeras a partir de 2017 y hasta 2020, con el apoyo de los tres grupos secesionistas del Parlament, pero bajo la tutela no controlada de la CUP, están sin actividad y 'dormidos' a la espera de lo que consideran, como defendía Quim Torra , presidente de la Generalitat entre 2018 y 2020, el 'momentum' para convertir Cataluña en una república.
Comunes: la ambigüedad del soberanismo 'light'
Aunque no encuadrados en el bloque independentista, en la órbita de los comunes predomina el perfil que podría encuadrarse en el 'soberanismo light', es decir, partidario del derecho a decidir –los catalanes deciden su futuro desgajados del conjunto de españoles–, pero no necesariamente secesionistas. Dentro de los comunes, en una diversidad que también se da en los sindicatos mayoritarios, hay desde federalistas, la facción mayoritaria, y partidarios de una mayor autonomía a independentistas más o menos templados, los menos. De alguna forma, enclavados en un punto medio entre ERC y el PSC, los comunes han hecho de la indefinición en el terreno territorial una marca que no ha acabado de cuajar electoralmente. Las idas y venidas de la alcaldesa Ada Colau en ese terreno son reflejo de esta ambigüedad que les ha hecho convertirse, también, en diana preferida de los independentistas más excitados.
A medida que el 'procés' ha perdido toda su efervescencia, entrando en la era del 'pos procés', los comunes han ganado proyección y un entorno más cómodo a sus intereses. Con la política catalana desplazándose a terrenos más reales, lejos del esoterismo 'indepe', los comunes sacan cabeza: ecologismo , políticas sociales ... La paralización de la ampliación de El Prat –mérito compartido con ERC– o la aprobación, mano a mano con los republicanos , de los Presupuestos tras la retirada de la CUP son ejemplos de su recobrada influencia.
PDECat, Lliga, Lliures...: nostálgicos de la vieja Convergència
Avasallados por la ola del 'procés', un segmento importante del electorado dice sentirse huérfano de oferta política. Gente de orden, ubicados en el centro-derecha, catalanistas , vieron con alarma cómo la escapada 'indepe' troceaba la legalidad y amenazada la estabilidad social , económica e institucional . En la fase inicial del 'procés', idolatraron a Artur Mas , creyendo los más ingenuos en una secesión pactada o, siendo más realistas, en un acuerdo por una mejor financiación y autonomía . Luego vieron cómo Puigdemont y la CUP marcaban el tempo. Algunos bajaron del barco antes de las elecciones de 2015, otros apuraron hasta otoño de 2017. Es ese sector el que ahora se agrupa tratando de levantar la bandera de la vieja Convergència . La líder del partido heredero de esas siglas, el PDECat, Àngels Chacón , anunciaba el día 22 que dejaba la Secretaría General para precisamente ponerse al frente de un nuevo polo de partidos para tratar de atraer a ese sector huérfano. El PDECat, Lliures , Convergents y la Lliga –ahora formaciones extraparlamentarias– presentarán su oferta el próximo 13 de enero. Nuevo actor en la galaxia 'pos procés'.