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Enquiridión

Incertidumbre absoluta

Iglesias aprovecha ser vicepresidente para marcar perfil rupturista

El vicepresidente Iglesias, tras el Consejo de Ministros extraordinario de ayer Ignacio Gil

Álvaro Delgado-Gal

Durante la última semana y media, dos hechos graves han colocado al Gobierno en una situación límite. El primero, el pacto con Bildu , seguido de una rectificación confusa del propio Ejecutivo . En segundo lugar, la trifulca del ministro del ... Interior con la Guardia Civil a raíz de la destitución de Pérez de los Cobos . En conformidad con lo que ordena la ley, el coronel se negó a desvelar los datos que está encargado de proporcionar a la juez instructora del 8-M . Y Marlaska , en un arrebato de cólera o buscando la intimidación preventiva de otros cargos de la Benemérita, lo borró de donde estaba. No es impensable que el asunto tenga consecuencias penales. Estos episodios, en absoluto baladíes, se proyectan sobre un fondo política y materialmente desolador. Según las estadísticas internacionales sobre el impacto pandémico, constamos como el segundo país con más muertos por 100.000 habitantes del mundo. Y esta es solo la mitad de la historia. La otra mitad es que el Gobierno ha impuesto medidas de confinamiento excepcionalmente severas, paralizando la economía y abocándonos a una depresión de la que no resultará sencillo salir. La explicación más piadosa es que la desastrosa gestión durante las semanas cruciales que precedieron a la implosión del virus ha forzado una política sanitariamente ineludible, a la vez que económicamente suicida. Tampoco cabe excluir, sin embargo, que esa política haya sido, además de suicida, ineficaz.

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