10-N: La campaña de la gran mentira
Pedro Sánchez traspasa con su apuesta por los indultos todas las líneas y compromisos que marcó de cara a la última cita con las urnas
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Iniciar sesiónTodo era júbilo entre el socialismo la noche electoral del 28 de abril de 2019, en la que el PSOE ganó las elecciones con 123 escaños. Con la derecha enfrascada en su fractura, el PP aparecía muy lejos, con apenas 66 escaños. La victoria era ... rotunda. Había varias mayorías aritméticas posibles. Pero había un hombre que esperaba más.
En una de las conversaciones que Pedro Sánchez mantuvo aquella noche, le transmitió a su interlocutor su pesar: «Yo esperaba 140». Esa expectativa incumplida en forma de amarga victoria es crucial para entender la política española en los dos últimos años. Pedro Sánchez se sentía fuerte. Por eso afrontó ese proceso de formación de Gobierno sin ánimo de ceder. Nunca planteó una propuesta formal a Ciudadanos , con quien sumaba 180 escaños. Afrontó las negociaciones con Podemos marcando muchas líneas rojas: ni muchas carteras, ni de peso, ni la presencia de Pablo Iglesias. Si salía adelante, de acuerdo. Pero si Podemos no transigía, se volvería a las urnas. Por eso, desde la investidura fallida de julio, Sánchez ya no intentó una nueva votación .
Desde el laboratorio de La Moncloa se diagnosticaba entonces que las bases de Ciudadanos eran muy frágiles. Y acertaron. Pero erraron profundamente al aspirar a recoger una parte de su electorado . Ese anhelo de atrapar voto centrista explica unos meses y una campaña electoral de cara al 10-N en la que Sánchez rechazó pactar con Bildu, dijo que Iglesias le daba insomnio, descartó los indultos, prometió atrapar al fugado Puigdemont y tipificar como delito los referéndums ilegales. Los españoles no le dieron más apoyo y Sánchez ha terminado por incumplir todos esos compromisos. Las elecciones en la Comunidad de Madrid han pasado la primera factura .
Bildu como aliado estable
La historia del PSOE con Bildu viene de muy atrás. En 2015 y 2016 actuales dirigentes socialistas se llevaban las manos a la cabeza cuando Pablo Iglesias destacaba el papel de Arnaldo Otegui. Año 2015. Entrevista en la televisión navarra: « Con Bildu no vamos a pactar . Si quiere se lo digo cinco o veinte veces durante la entrevista. Con Bildu no vamos a pactar». Saltemos en el tiempo para ir a ese periodo de 2019 en el que Pedro Sánchez quiso vender dureza con Podemos y los independentistas. En el caso concreto de EH Bildu, el PSOE llegó a emitir un comunicado desmarcándose de las negociaciones de María Chivite para lograr ser investida como presidenta de Navarra.
Durante una comparecencia en La Moncloa, Sánchez fijó posición: «El PSOE de Navarra y el PSOE tenemos la misma posición: y es que con Bildu no se acuerda nada ». El argumento es que si los herederos de Batasuna querían apoyarles, que lo hicieran. Pero que no se entablaría ninguna negociación. De hecho, en ese momento el PSOE a nivel federal nunca se había reunido a negociar con Bildu. Sánchez los excluyó en su ronda para la investidura en 2016. En el primer lance de 2019 tampoco los convocó, equiparándolos con Vox. Pero tras el 10-N todo cambió. El fracaso en la estrategia hizo al PSOE modificar su histórica posición de no reunirse con Bildu. Pero el 17 de diciembre de 2019, Adriana Lastra, encargada por Sánchez para cimentar los apoyos de su investidura, se reunía con ellos en el Congreso de los Diputados. A día de hoy ya no solo se ha reunido el PSOE, sino el Gobierno. A cambio de una investidura y unos Presupuestos .
Una coalición de Gobierno con Podemos
Cuando Pedro Sánchez presentó la moción de censura contra Mariano Rajoy, en 2018, dejó claro que quería formar «un Gobierno del PSOE», dejando claro que aspiraba a gobernar en solitario. Sería la última vez que podría hacerlo. Pero tras las elecciones de abril de 2019 intentó volver a levantar un cortafuegos sobre Podemos .
Ambos partidos se reunieron durante semanas representados por equipos negociadores. La desconfianza era la tónica habitual. Pedro Sánchez se lanzó a una investidura sin tener cerrado esos apoyos. Con el ánimo de poner en marcha el contador para disolver las Cortes y buscar la repetición electoral.
El rechazo del PSOE a ceder Igualdad y Trabajo bloqueaban la negociación. Pedro Sánchez se presentó en un programa de televisión para asegurar que el único escollo para el acuerdo era la presencia de Iglesias en el Gobierno. Iglesias aceptó el órdago y anunció que se apartaba. Pero la voluntad del PSOE por cerrar esa coalición era tan escasa que ni siquiera esa retirada sirvió. Iglesias pensó que Sánchez intentaría una segunda investidura. Pero el presidente estaba ya en campaña. Y pensaba que rechazar a Iglesias le daría votos : «Sería un presidente del Gobierno que no dormiría por la noche. Junto con el 95% de los ciudadanos que tampoco se sentirían tranquilos», lanzó en una entrevista de televisión. No fue el único.
Aprovechando la violencia callejera que se desató tras la sentencia del procés, Sánchez quiso poner en valor su decisión de no pactar con Iglesias: «¿Os imagináis esta crisis en Cataluña con la mitad del Gobierno defendiendo la Constitución y la otra mitad del Gobierno, con Podemos dentro, diciendo que hay presos políticos y defendiendo el derecho de autodeterminación?», dijo en un mitin a finales de octubre. Habría que esperar muy poco tiempos para dejar de imaginarlo.
El rechazo a los indultos como acto de campaña
14 de octubre de 2019. Las Cortes Generales han quedado disueltas tras no alcanzarse un acuerdo entre el PSOE y Unidas Podemos. Tampoco hubo negociación con Ciudadanos. El Tribunal Supremo condena a penas de entre 10 meses de multa y 13 años de prisión a los doce líderes independentistas juzgados por su participación en el 'procés.
Queda menos de un mes para las elecciones. La Moncloa convoca a los medios a una declaración institucional del presidente del Gobierno, en aquel momento en funciones. Y desde su atril gubernamental, Pedro Sánchez da continuidad a su estrategia electoral , que en ese momento pasaba por expresar dureza con el independentismo. El candidato socialista defendió la sentencia y lanzó su mensaje: «Y, como corresponde a un Estado social y democrático de Derecho como el español, el acatamiento significa su cumplimiento. Reitero, significa su íntegro cumplimiento ».
Además, Sánchez advertía ante las previsibles protestas que finalmente se producirían: «En los próximos días, el Gobierno de España, que cuenta con todas las atribuciones que la legalidad le corresponde, se mantendrá atento y garantizará la convivencia, la seguridad y el respeto a la legalidad democrática». Esa misma mañana, la primera reacción del Gobierno llegaba por parte del ministro José Luis Ábalos: «La sentencia deja claro que el Estado de Derecho funciona. La Justicia funciona con templanza y rigor». No había por entonces referencia alguna a la «revancha» o a la «venganza» .
El número tres del PSOE se posicionaba así sobre los indultos: « No procede en absoluto hablar de indultos . El Gobierno no tiene esa voluntad. La posición del Gobierno es que se cumpla la sentencia». Sánchez defendió durante la campaña que los indultos no estaban en la agenda. El cambio de tercio que el Ejecutivo ha plasmado esta semana entra en absoluta contradicción con esos planteamientos.
Atrapar a Puigdemont como cebo electoral
Se acercan las elecciones. En el PSOE empiezan a ver con dudas su sueño de llegar a los 140 escaños. Pero en el laboratorio demoscópico de La Moncloa y en el CIS de Tezanos el objetivo se sigue viendo posible. Hay que mantener el rumbo. Es 5 de noviembre y hay debate electoral. Y Pedro Sánchez sale con todo. Anuncia que nombrará a Nadia Calviño vicepresidenta económica. Es una de las ministras con mejor consideración a la derecha del PSOE y más enfrentadas a Podemos. Y Sánchez busca un electorado muy concreto.
Pero es en la cuestión catalana donde debe convencer a esos votantes que ya no quieren votar a Ciudadanos y que el PSOE interpreta que puede atraer. Sánchez anuncia en primer lugar que introducirá en el Código Penal la tipificación del delito de convocatoria de un referéndum ilegal para que no ocurra otro 1 de octubre. Esa promesa ha quedado aparcada. En sectores socialistas se anima ahora a compensar los indultos con esa modificación dentro de la reforma global del Código Penal. Pero el Gobierno ha evitado posicionarse. También apostó Sánchez en ese debate por incluir en la educación española una nueva asignatura de valores civiles, constitucionales y éticos. Y propuso modificar la Ley Audiovisual para que las cadenas autonómicas necesiten un respaldo parlamentario de dos tercios para nombrar a su cúpula y acabar así con el «uso sectario» de TV3 .
Iba a por todas. Pero quedaba lo mejor. «A ustedes, señor Casado, se les fugó Puigdemont, y yo me comprometo hoy y aquí a traerle de vuelta a España y que rinda cuentas ante la Justicia», dijo Sánchez. Pablo Iglesias, contrariado, se preguntó si Sánchez iba a mandar a los GEO y le afeó no respetar la separación de poderes. La respuesta se la dio Sánchez al día siguiente en una entrevista en RNE con aquel ya memorable «¿De quién depende la Fiscalía?» .
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