El PSOE y sus barones asisten sin capacidad de respuesta al pacto con Bildu de Sánchez e Iglesias

De facto el PSOE se aproxima ya sin freno al planteamiento estratégico que Iglesias viene defendiendo desde 2015 y que fue clave en la crisis que los socialistas vivieron en el periodo 2016-2017. La respuesta a la pregunta sobre con quién puede y debe pactar el PSOE es ya nítida en torno a un bloque de las fuerzas de izquierdas con apoyo de los partidos nacionalistas e independentistas de todo signo.

Las otrora poderosas palabras de los barones socialistas apenas se oyen ya. Resuenan como un eco lejano y ni en Ferraz ni en La Moncloa generan preocupación alguna . Los procesos internos de 2017 los mantuvieron al frente de sus federaciones, pero obligados a convivir con un Sánchez que los acababa de arrasar en las primarias por la secretaría general. Ese año el PSOE cambió. Apenas unos meses antes Sánchez era expulsado de la secretaría general tras encadenar los dos peores resultados electorales en la historia del partido. Y por el temor que manifestaban los líderes territoriales más poderosos de que Sánchez pactase con los independentistas.

Es decir, promovieron su expulsión del sillón de mando por temor a que Sánchez hiciese justamente lo que ahora está haciendo . Pero si la victoria en las primarias de 2017 dejó anestesiada la oposición interna, el acceso a la presidencia del Gobierno en 2018 acabó con ella. Esos dos hechos encadenados dibujaron un PSOE sin voces internas contrarias al secretario general. De forma puntual ha sido el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page , el único que ha mantenido su discurso. El último Comité Federal del PSOE fue el 15 de febrero. Era la primera vez que se reunía desde las elecciones de noviembre.

Pero es que ese órgano, que antaño controlaba a la dirección, ya no tiene ninguna función en tanto que Sánchez lo copó de fieles tras el 39 Congreso Federal . Y en tanto que se le vació de competencias en favor de la dirección federal y de las consultas a la militancia.

Primero los casos de corrupción que afectaban al PP, luego la necesidad de alejar a Vox y después una supuesta falta de alternativas han venido sirviendo de justificante para los acercamientos que Sánchez ha proyectado desde que accedió al poder.

Esta semana, la concreción del apoyo de Bildu, teniendo abierta una opción aritmética que los hacía prescindibles, sí ha removido en su asiento a estas figuras del partido. El más gráfico fue el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara , al asegurar que acudiría a la farmacia a por un antiemético , utilizado para controlar las náuseas. También el presidente de Aragón , Javier Lambán , a cuenta de la enmienda en la ley de educación que retiraba la mención al castellano. Ayer, la expresidenta andaluza, Susana Díaz , marcaba distancias con Bildu, pero evitaba criticar el pacto: «Siempre he pensado igual, no comparto absolutamente nada ni con Bildu ni con Otegui y lo único que espero de ese partido es que pidan perdón a los españoles por el daño que le hicieron a este país». El futuro de Díaz al frente del PSOE andaluz se dirimirá el próximo año y no puede enfrentarse a Sánchez si conserva alguna esperanza de mantener el puesto.

Los dirigentes que preferirían suscribir acuerdos con Ciudadanos no son anecdóticos . Los hay también dentro del Consejo de Ministros. Pero no existe capacidad para cuestionar las decisiones ni para censurar el acercamiento de las fuerzas soberanistas. El secretario de Organización del PSOE y ministro de Transportes, José Luis Ábalos , defendía el acuerdo: «Hemos trabajado mucho en este país por la normalización democrática (...) Con la mentalidad de algunos la Transición habría sido imposible. Tenemos que valorarlo, porque quien ha ganado es la democracia».

La asociación «La España que reúne» que presiden Nicolás Redondo Terreros y en la que participan antiguos dirigentes como César Antonio Molina, José María Múgica, Joaquin Leguina o José Rodríguez de la Borbolla reclamó ayer «a los socialistas de toda España» a mostrar su rechazo a una alianza que «abjura de todo compromiso ético» , lamentando que el PSOE sea «prisionero» del plan de Pablo Iglesias. «Ya que no pueden salvar la dignidad colectiva del partido, salven la suya», reclamó Redondo Terreros.