La «generación Rubalcaba», fuera de combate

Belloch y Lissavetzky anunciaron esta semana que no seguirán en 2015 tras más de 20 años en la política activa

La «generación Rubalcaba», fuera de combate óscar del pozo

gabriel sanz

Alfredo Pérez Rubalcaba (63) se fue sigilosamente de la política en julio y ahora está a la espera de que empiece el curso en la Universidad Complutense para empezar a dar clases de Química a partir del segundo trimestre. La sombra de los de su ... generación, amigos y rivales, aún sigue siendo alargada en el PSOE y por ello, la nueva directiva se está aplicando en una renovación en cascada tan sigilosa como la marcha de Rubalcaba: sin implicarse directamente en la defenestración, pero dejando claro a los afectados mediante gestos y silencios que su tiempo pasó. Esta semana les ha tocado al alcalde de Zaragoza desde 2003 y adversario declarado de Rubalcaba, Juan Alberto Belloch (64), y, desde el otro lado, un amigo íntimo del exsecretario general, compañero de pupitre en el Colegio El Pilar de Madrid, el todavía portavoz en el ayuntamiento de Madrid, Jaime Lissavetzky (63), que tampoco será candidato a la Alcaldía de Madrid en 2015 . Y, curiosamente, ambos anuncian su retirada el año que viene con veladas críticas a Pedro Sánchez, que no ha tenido hacia ellos ni una mala palabra... ni un gesto de apoyo.

La marcha de Lissavetzky era una exigencia oficiosa del PSM de Tomás Gómez que el nuevo equipo asumió gustosamente por su escaso tirón electoral de éste en los sondeos. «Con Carmona podemos no gobernar, pero con Jaime no gobernábamos seguro», se dice en Ferraz. Para el todavía portavoz socialista fue demasiado ver cómo el que iba a ser su rival. el diputado Antonio Miguel Carmona, probablemente candidato único sin primarias el 19 de octubre, preparaba para este martes pasado la presentación de su candidatura. Y por eso, el domingo tiró la toalla antes de que le empujaran a hacerlo (Sánchez se había visto con Carmona para darle su apoyo oficioso). Lissavetzky quiso ser elegante en su rueda de prensa del lunes. Simplemente habló de «dejar paso», pero dejó que su equipo se desahogara sobre lo solo que le había dejado Ferraz frente a las «continuas maniobras» de Tomás Gómez.

Quien no se anda con tapujos a la hora de explicar por qué no repite en 2015 es el alcalde zaragozano. El sábado 13 se le vio salir de la reunión del Comité Federal con cara de pocos amigos y sin desvelar qué iba a hacer. Sin embargo, el jueves, Belloch explicó que se va para no obstaculizar unas primarias en las que cree y añadió que exigir un 51% de avales a alguien que quiere disputar la candidatura a un alcalde en ejercicio está hecho «para inhibir la realización de primarias».

Belloch recordó que, si quisiera, sería candidato «automáticamente», pero no le gusta lo que está viendo. Insiste en que siempre ha defendido las primarias y no quiere ser un obstáculo que las haga imposibles, porque considera ese requisito «excesivo y desproporcionado». Para disputarse la candidatura de Zaragoza suenan con fuerza la diputada Pilar Alegria, que estaría apoyada por Ferraz, y el actual concejal de Urbanismo, Carlos Pérez Anadón.

Quien sí se va a salvar de la «quema» es el presidente asturiano, Javier Fernández, protagonista de momentos de tensión en el congreso extraordinario de julio , cuando vio que el líder socialista rompía su compromiso de hacerle presidente del Consejo Político Federal, que agrupa a los barones y decide la política territorial, para dar ese cargo a Susana Díaz. A punto de cumplir 67 años, Fernández no tiene con Sánchez la sintonía que logró con Rubalcaba, pero ayer volvió a postularse para seguir cuatro años más.

En similar situación que el asturiano se encuentra el alcalde de Vigo y portavoz del PSOE en la Federación de Municipios (FEMP), Abel Caballero (68). Lleva dos legislaturas, una menos que Belloch, pero, a diferencia del aragonés, sí ha manifestado su deseo de seguir como alcalde.

Chaves, Griñán y los ERE

A quienes no va a poder jubilar a corto plazo Pedro Sánchez, aunque le gustaría, es a tres que son hoy diputados pero, en su día, representaron un gran poder en Andalucía desde los tiempos de Felipe González y la «generación Rubalcaba»: los expresidentes de la Junta de Andalucía y del PSOE, Manuel Chaves (69) y José Antonio Griñán (68), y quien fuera secretario de Política Autonómica de la anterior ejecutiva socialista, Gaspar Zarrías (59); todos ellos están salpicados por el «caso ERE» , un fraude de cientos de millones a las arcas andaluzas.

Sánchez necesita mantenerlos en el escaño, como aforados, para que las acusaciones que les afectan , que tendrá que dilucidar la Sala Segunda del Supremo, no vuelvan a la jurisdicción de la magistrada Mercedes Alaya en su juzgado sevillano. Pero Sánchez no va a ir en la defensa política más allá de confiar en su inocencia, mostrada en su ya conocida frase «no voy a condenar a un inocente». Confía en que los tribunales exoneren de culpa tanto a Chaves como a Griñán, pero no le gustaron nada las palabras de Chaves, tras elevar al Tribunal Supremo la jueza Alaya el sumario, en las que el expresidente andaluz volvía a poner en cuestión su imparcialidad.

El apoyo de Ferraz a los expresidentes está siendo «tibio», sostienen algunas fuentes, y circunscrito a ellos dos. De hecho, cuando el diputado sevillano y exconsejero de Trabajo en los gobiernos de Chaves, José Antonio Viera (68), dijo recientemente que había hablado con él y que Sánchez confía en él completamente, el secretario general salió inmediatamente a negarlo: «No es que confíe en él, solo espero que sea inocente», aclaró.

La «generación Rubalcaba», fuera de combate

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