Una «buena» madre con sus dos bebés en el congelador

Sara López se sienta en el banquillo, acusada de asesinar a sus dos recién nacidos

Una «buena» madre con sus dos bebés en el congelador raul doblado

CRUZ MORCILLO

Francisco Huertas no solía ocuparse de las tareas domésticas, pero ese día no estaba trabajando y su mujer sí. Pensó que a Sara le gustaría encontrarse la casa arreglada cuando volviera. Tras la comida, empezó por la limpieza del arcón congelador al que se le ... acumulaba el hielo. Trasladó los alimentos hasta los cajones del congelador del frigorífico . En el último había una bolsa negra de basura muy voluminosa. La abrió y a punto estuvo de desmayarse al ver un bebé. Hasta días después no sabría que esa criatura era su hijo y que llevaba en ese cajón, congelado, casi 18 meses. Esa misma tarde, su mujer Sara López, de 34 años, fue detenida por la Guardia Civil. Era 9 de noviembre de 2012 y para Francisco, albañil de Pilas (Sevilla), acababa de empezar una pesadilla inimaginable que aún le impide conciliar el sueño . Esta semana le toca revivirla en la Audiencia sevillana donde se juzga a su mujer por dos delitos de asesinato. Tanto su letrado como la Fiscalía piden cuarenta años de cárcel para la acusada.

Sara López ocultó el embarazo a toda su familia. Era ya madre de dos hijos, una niña nacida en 1998 y un niño, tres años menor. No pasaba por una buena situación económica y la relación con su marido era mala. No fue al médico. El 25 de junio de 2011 parió sola en la bañera de su casa. «Cogí al bebé, no se movía. Previamente había echado agua, pero poca. No era suficiente para que se sumergiera el bebé (...) Lo moví pero no reaccionaba. No sentí el corazón ni lo oí respirar. No se me ocurrió llamar y pedir auxilio. Estuve sangrando en la bañera. Cuando me repuse el bebé estaba allí, sin moverse. Lo metí en una bolsa, lo até y lo guardé donde apareció después. Temía la reacción del entorno de mi marido. Lo metí en el congelador porque me costaba desprenderme de él. No quería olvidarlo y no me parecía bien tirarlo a un con tenedor».

Este espeluznante relato forma parte de la primera declaración que la mujer hizo ante el titular del Juzgado Mixto número 3 de Sanlúcar la Mayor, tres días después de ser detenida. Al fiscal le contó que su marido tenía un problema de alcoholismo y que ella estaba dispuesta a dejarlo si él no aceptaba al bebé. Si hubiera nacido vivo, se lo hubiera quedado. A su abogado le explicó que había sufrido maltrato psicológico y que Francisco la amenazó muchas veces con abandonarla si se quedaba embarazada. El juez la envió a prisión donde nada más ingresar se descubrió que le faltaba menos de un mes para dar a luz de nuevo. Nadie sabía que Sara estaba embarazada otra vez. Ni siquiera en Sala se habían percatado de su estado.

Su marido, estupefacto, negó malos tratos ante la Guardia Civil y el juez, aunque reconoció que tres meses antes durante una discusión golpeó y rompió la puerta del baño. Aseguró que no querían más hijos, pero que si venía otro lo tendrían.

Su mujer le había dicho siempre que tomaba píldoras anticonceptivas. Entre diciembre de 2010 y junio de 2011 notó más gorda a su mujer y él «de broma» le decía que a ver si perdía peso porque se iba a poner como un tonel. No se consideraba alcohólico, aunque admitió que bebía cerveza y un par de cubatas a diario. Sara le afeaba esa conducta . En las declaraciones de ambos se descubrió que la mujer había tenido dos abortos voluntarios, aunque el marido refirió solo uno. No habían pasado ni tres semanas cuando Francisco descubrió otra vez el horror. Al retomar la interrumpida limpieza del arcón congelador encontró el segundo cadáver de otro bebé en el fondo del arca, envuelto en plásticos.

La Guardia Civil había inspeccionado la casa, aunque pasó por alto ese congelador, casi pegado al frigorífico. «Sacaron hasta la tierra de las macetas, pero ahí no miraron», señaló el dueño de la vivienda. El juez ordenó que excarcelaran a Sara y la condujeran a la casa familiar de Pilas donde la presa asistió al registro ajena a lo que ocurría, ida.

Ante el nuevo horror, se realizaron búsquedas exhaustivas en un olivar cercano al pueblo, propiedad de la familia, y en otros terrenos y pozos. Ese mismo día el juez volvió a interrogarla. «¿Cómo es posible que se hayan encontrado en la cocina de su casa dos bebés?», preguntó el magistrado. Sara respondió que no se lo explicaba, que llevaba toda la tarde pensándolo, sabía que había uno, pero estaba segura de que no había tenido más partos.

Tres hijos con el marido

Tres días después alumbró a una niña en el hospital sevillano Virgen de Valme tras ponerse de parto en la cárcel. El juez entregó la custodia de la bebé al padre, con quien continúa viviendo, junto a sus dos hermanos de 15 y 13 años mientras su madre, a quien fue denegada la custodia, aguarda juicio –comenzó el viernes– y sentencia en prisión.

Los forenses del Instituto de Medicina Legal de Sevilla concluyeron que los dos bebés encontrados en sendos congeladores nacieron vivos y ambos murieron por asfixia mecánica. El primero hallado, nacido en junio de 2011, murió ahogado en la bañera, por sumersión, como hipótesis más probable. En el segundo caso, se determinó que la criatura llevaba más tiempo muerta pero no se pudo averiguar cómo se consumó la asfixia, dado el tiempo transcurrido y el estado del cuerpo.

La defensa de la madre aportó un informe de parte que cuestiona ese diagnóstico. Este forense coincide con sus colegas en que ambos nacieron vivos, pero ninguno presentaba signos de violencia y, a juicio de este especialista, no se puede asegurar que uno de los bebé muriera por sumersión dados los «pocos signos inequívocos» que existían. Basándose en este informe, la defensa pide la absolución de Sara. El fiscal y el padre de los niños solicitan para ella 40 años de prisión por dos asesinatos con alevosía.

El padre quedó fuera de toda sospecha, pese a la extrañeza inicial de que no se hubiera percatado de tres embarazos de su mujer. Él declaró que llegó a pensar que su esposa le era infiel porque muchas veces se negaba a mantener relaciones sexuales. Al juez le precisó que cuando las mantenían ella se volvía de espaldas y evitaba estar frente a frente. Dos forenses diagnosticaron que es posible que Sara dejara de ir en varias ocasiones a citas médicas importantes por una enfermedad de mama para que no descubrieran sus embarazos.

Una «buena» madre con sus dos bebés en el congelador

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