Los hogares españoles anticipan la recesión: recortan gastos y cambian sus hábitos
inflación y desconfianza
La subida de precios motiva una revolución de las costumbres para ahorrar antes de que llegue un otoño con un alto grado de incertidumbre
Las familias españolas usan menos los electrodomésticos, renuncian al pescado o a la carne y dejan aparcado el coche
La crisis y el retroceso económico se cuelan ya en el bolsillo de los españoles con un recorte del gasto. Los consumidores no esperan al otoño y cambian ahora sus hábitos de compra por culpa de una inflación de dos dígitos y de un contexto ... con un elevado grado de incertidumbre. En mitad de una tormenta perfecta de precios desorbitados, una gran parte de los hogares se muestran pesimistas con la situación actual y modifican sus costumbres para conseguir ahorrar o, directamente, para sobrevivir. Usar menos los electrodomésticos, optar por duchas más cortas, comprar marcas más baratas o incluso renunciar a la adquisición de alimentos más caros, como el pescado fresco o la carne, son algunos de los cambios que ya ponen en práctica los españoles (ver gráfico).
Los datos, que se extraen de una encuesta realizada al final del primer semestre por la Organización de Consumidores (OCU), revelan que el 34% de los entrevistados declaran no disponer de ningún ahorro o posibilidad de apretarse más el cinturón para soportar más encarecimientos.
Los expertos auguran que los españoles seguirán revolucionando sus hábitos de forma abrupta y que sustituirán los productos que meten en la cesta, los establecimientos en los que los adquieren y que incluso comerán peor con alimentos de calidad más baja. No solo se tornan los patrones de comportamiento, también hay un riesgo claro de caída del consumo privado. En consecuencia, en el último informe «Situación España» de BBVA Research se alerta de que «la posibilidad de un 'efecto precipicio' en el gasto de las familias durante la última parte de 2022 o la primera de 2023 es elevada». De hecho, los datos de facturación e IVA remitidos a la Agencia Tributaria revelan una desaceleración del gasto diario desde el 31,5% de mediados de junio hasta el 29,3% detectado el 9 de agosto.
Lo cierto es que cada vez más consumidores necesitan contar hasta el último céntimo; aunque otros indicadores económicos, como el empleo, no vayan del todo mal, de momento. «El clima que se respira es preapocalítico», asegura Carlos Cotos, director de Servicio a Cliente de Kantar Worldpanel. Sin embargo, Cotos puntualiza que el comportamiento presente de los consumidores españoles «se rige más por las expectativas de futuro que por lo que está sucediendo en la actualidad», ya que en el escenario macroeconómico aún no se atisban indicios claros de recesión. «Los españoles aún cuentan con una gran cantidad de ahorro acumulado, pero hay mucho miedo a que llegue el invierno -tanto el figurativo como el real- y en economía, si crees que algo va a suceder, acaba pasando«, recuerda el experto de Kantar Worldpanel.
Lo que sí se percibe es que los españoles compran cada vez cestas más pequeñas y con menos productos en cada visita al supermercado. «Esto puede ser un primer marcador de que estamos entrando en crisis. Hay que recordar que en los inicios de la anterior crisis financiera, la gente empezaba a fraccionar su compra y varios establecimientos y, por eso, las cestas eran más reducidas entonces», aclara Cotos.
Caída de la demanda
Enrique Porta, socio responsable de Consumo de KPMG en España, confirma el escenario de pesimismo reinante. «La elevada inflación y la significativa incertidumbre están mermando la confianza del consumidor, un indicador que se sitúa ya en los mismos niveles que al inicia de la pandemia», avisa. Por ello, las familias prescinden ya de caprichos o dejan de comprar bienes como ropa o de disfrutar de actividades de ocio. «Hay que pagar más por partidas básicas como los suministros del hogar, la hipoteca o los alimentos y se está produciendo un trasvase forzoso del gasto desde categorías no esenciales hacia las de primera necesidad», explica Porta.
La coyuntura es diferente en los hogares con mayores aprietos, donde un coste cada vez más alto de la vida obliga a sacrificar el consumo de pescado fresco o a de carne . Estas familias también expresan más problemas para pagar el gas y la luz o para cubrir los gastos educativos de los hijos. Además, un 33% de los entrevistados por la OCU empezaron a disminuir la salida a bares y restaurantes y un 21%decidieron cambiar sus planes de vacaciones para este verano. «La demanda cae ya de forma brusca, como ocurre en el caso de dos de cada diez encuestados que dejan de comprar los alimentos frescos. El otoño se presenta muy difícil para las familias», advierte, por su parte, Enrique García, portavoz de OCU.

Cambio de hábitos de consumo
por la Inflación
He usado menos o he evitado usar los electrodomésticos
42
Hogar y
energía
He empezado a no bañarme o a hacer duchas más cortas
23
He cancelado o pospuesto la compra de electrodomésticos o muebles
75%
20
19
He empezado a terner prolemas para pagar el gas y la luz
Movilidad
He empezado a usar menos mi coche o he dejado de usarlo
36
He cancelado o pospuesto viajes de ocio
19
66%
He empezado a comprar marcas de precios más bajos en el supermercado
Alimentación
42
He empezado a recortar en produtos de alimentación no esenciales
33
64%
He empezado a comprar menos pescado fresco o carne
21
He empezado a reducir actividades sociales como ir a restaurantes o bares
33
Ocio y
cultura
He pospuesto la compra de ropa para mí o he renunciado a hacerlo
29
58%
Cuidados
de salud
He cancelado o pospuesto consultas dentales
13
24%
Fuente: OCU / ABC

Cambio de hábitos de
consumo por la Inflación
He usado menos o he evitado usar los electrodomésticos
42
Hogar y
energía
He empezado a no bañarme o a hacer duchas más cortas
23
He cancelado o pospuesto la compra de electrodomésticos o muebles
75%
20
He empezado a terner prolemas para pagar el gas y la luz
19
Movilidad
He empezado a usar menos mi coche o he dejado de usarlo
36
He cancelado o pospuesto viajes de ocio
66%
19
He empezado a comprar marcas de precios más bajos en el supermercado
Alimentación
42
He empezado a recortar en produtos de alimentación no esenciales
64%
33
He empezado a comprar menos pescado fresco o carne
21
He empezado a reducir actividades sociales como ir a restaurantes o bares
Ocio y
cultura
33
He pospuesto la compra de ropa para mí o he renunciado a hacerlo
29
58%
Cuidados
de salud
He cancelado o pospuesto consultas dentales
13
24%
Fuente: OCU / ABC
La polarización del consumo diferencia también entre los hogares que aún cuentan con un colchón de ahorro acumulado tras la pandemia -cifrado en 80.000 millones por BBVA- y entre aquellos que llegan muy justos a finales de mes. Los ciudadanos empiezan a recurrir a créditos fáciles y asumen el riesgo del endeudamiento para sobrevivir a gastos cotidianos como la compra en el supermercado, pero también para blindar las vacaciones. La demanda de financiación para consumo se elevó el pasado junio hasta el 29,30%, un 5,20% más que hace un año y el doble que en el mismo mes del año 2020, según datos de Asufin.
Esta caída de la demanda supone un elemento de presión añadido a las empresas, que también sufren el alza desbocada de los costes en origen y que ahora se enfrentan a un recorte del gasto de los clientes. Esta desconfianza que impera en la calle se deja notar en la compra en el supermercado. «En volumen se registra una caída del 4,9% en gran consumo, pero el gasto sube un 3,1% hasta junio», apunta Cotos, de Kantar. Por ello, Porta señala que las marcas tendrán que justificar claramente al consumidor el diferencial de precio respecto a alternativas más económicas. También prevé que la presión inflacionista propiciará el desarrollo rápido de otros modelos de consumo como el alquiler, pago por uso, la segunda mano o la compra entre particulares.
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Además, el contexto podría ir a peor. «Tras el respiro para los establecimientos hosteleros y turísticos durante la vacaciones por el paréntesis del verano, en otoño se prevé que se mantenga la tónica de descenso del consumo», pronostica Massimo Cermelli, profesor de Economía de Deusto Business School. «Los ciudadanos empiezan a aplazar en el tiempo determinadas decisiones de compra, sobre todo en ropa o en ocio. Es el mismo efecto que en un escenario de deflación, ya que cuando los precios se reducen, se retrasan los actos de consumo».
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