ajuste de cuentas
Sánchez, el nómada
Lo mismo el presidente pasta en el constitucionalismo que arrasa las sementeras de la Transición
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Madrid
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Iniciar sesiónEl historiador británico Nicholas Morton defiende la superioridad de las sociedades nómadas frente a las sedentarias, las basadas en la agricultura. Morton conoce bien el asunto porque lo ha estudiado para su libro 'The Mongol Storm' (La tormenta mongola) que publicó en ... 2022. En un artículo reciente en el sitio Engelsberg Ideas (https://engelsbergideas.com/) cuenta que en una etapa de su vida sólo veía películas y series de dramas postapocalípticos, y descubrió un patrón: una vez que se agotaban las balas de los AK-47 y el último bote de fabada, los rebeldes supervivientes se ponían a cultivar verduras. Nunca se transformaban en pastores o clubes de cazadores, porque subyace la noción de que, si se acaba todo, volveremos a plantar tomates. En ese mundo arrasado puede haber saqueadores, que toman los recursos de otros, pero eso no nos parece sostenible a largo plazo.
Sin embargo, esta es una suposición cultural y no siempre ha sido. Morton defiende a los nómadas: «Antes de la llegada de las armas de fuego, las sociedades nómadas solían demostrar ser más resistentes, más duraderas y más competentes en la guerra que sus contrapartes basadas en la agricultura». Y tiene muchos ejemplos, desde los mongoles hasta los turcos selyúcidas que viajaban con sus grandes rebaños de diferentes ganados que les proporcionaban un capital mobiliario suficiente.
Es verdad que el mundo de hoy está dominado por sociedades agrícolas y no por comunidades errantes, la superpoblación algo tiene que ver con todo esto, pero eso no significa que el nomadismo no presente ciertas ventajas. De hecho, tras la pandemia se ha puesto de moda 'camperizar' furgonetas o vivir en autocaravanas. Los especialistas en recursos humanos definen a los trabajadores de la generación Z como «turistas laborales» por su falta de lealtad y la propensión al picoteo.
Pero hay un sitio donde el nomadismo está demostrando una eficacia inesperada: la política española. El presidente del Gobierno ha demostrado que se puede ser perfectamente la persona que habita un territorio donde se promete traer a Puigdemont a España para que se le juzgue y casi al mismo tiempo emigrar a otro que le permite pasearse impunemente por el Arco de Triunfo. Pedro Sánchez es un nómada político que lo mismo pasta pacíficamente en los campos del constitucionalismo que arrasa las sementeras de la cultura política de la Transición. Un trashumante de las convicciones que, además, recibe premio por su falta de escrúpulos porque hoy nada es blanco ni negro y nada está fijo en el espacio.
Sánchez nos ha demostrado que la política de las grandes certezas, la creada por la evolución de las sociedades agrarias, ha muerto. Ya no importa que estas tengan raíces firmes, porque basta con que acaten la superficialidad y la ubicuidad del efecto red (de la gran Red). Las cosas no necesitan tener espesor, basta que tengan el barniz del placer y la comodidad. Disfruten en la playa. jmuller@abc.es
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